VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS EN EL SÁHARA OCCIDENTAL
Crueldad, asesinatos, tortura, violaciones, abusos son la realidad cotidiana impuesta por las tropas de ocupación marroquí en el Sáhara Occidental y a la que han de enfrentarse miles de personas saharauis, castigadas y humilladas en su propio país o arrojados al exilio en los campamentos del Tinduf argelino, en pleno desierto.
Memorándum de la ONU
La ONU publicó en el mes de agosto un memorándum en el que describe las violaciones de Derechos Humanos y los abusos cometidos por las autoridades marroquíes en los territorios saharauis ocupados
El informe habla de «agresiones físicas y sexuales; intimidaciones, amenazas y redadas que los periodistas y defensores de los derechos del hombre que defienden el derecho de autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental, y los miembros de la organización ISACOM (Instancia Saharaui Contra la Ocupación Marroquí) han venido sufriendo desde noviembre de 2020, y que se han intensificado de forma significativa desde entonces». Se han producido “actos de acoso, agresiones físicas y sexuales y actos de intimidación y amenazas de muerte de las que han sido víctimas decenas de personas: Sultana Jaya, Louara Jaya, Mina Baali, Salha Boutanguiza, …», afirma el documento.
Sultana, Um-Almumnin y Louara Jaya
El caso de las tres hermanas Jaya, Sultana, Um-Almumnin y Louara es especialmente relevador del grado de crueldad y violenta represión que las fuerzas militares y policiales marroquíes ejercen impunemente contra la población saharaui en el territorio ocupado del Sáhara Occidental.
Dos de las hermanas, Sultana y Um-Almumnin, habiendo dado positivo en Covid-19, continúan confinadas en su casa, en Bojador, en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos, donde permanecen aisladas y sin asistencia médica desde el 19 de noviembre de 2020. Fueron agentes marroquíes -los mismos que habían asaltado la casa repetidas veces destrozando los enseres y rociándola con basura y productos químicos- los que el 22 de agosto restregaron con trapos impregnados de sustancias desconocidas la boca y nariz de las mujeres. “No vais a durar ni diez días”, fueron las palabras de los asaltantes. Días después del asalto, efectuado a las 4 de la mañana, Sultana y Um-Almumnin empezaron a tener síntomas del coronavirus. Sultana, una de las principales activistas de la causa saharaui, luchadora incansable por la libertad de su pueblo y en defensa de los derechos humanos, es la que peor se encuentra. Vomita todo lo que toma, padece fiebre alta intermitente, tiene sensación de asfixia permanente y fuertes dolores de cabeza que no la dejan dormir.
Las hermanas ni siquiera se atreven a solicitar ayuda médica de las autoridades marroquíes, porque temen que las maten: “Seria una oportunidad para ellos. Por eso se han quedado en la casa, porque la mayoría de la gente aquí, cuando uno está afectado por el virus, una vez que entra al hospital impiden a la familia visitarle, entra, y ahí se acaba, ahí muere. Es lo que está ocurriendo con Mbarek Daoudi, quien “hace tres o cuatro días ingresó en el hospital de Guilmine y han impedido a los hijos entrar a verle. Todos temen que acaben matándolo y después digan que una enfermedad lo mató”.
El Frente Polisario saharahui ha pedido al Gobierno de España que cumpla con sus responsabilidades como potencia administradora de la descolonización del Sáhara Occidental y garantice la protección de Sultana Jaya y de su familia “sometidas a un acoso y asedio que dura más de 290 días”.
Lamentablemente los sucesivos gobiernos españoles, tanto de izquierdas como de derechas, más aún si cabe el gobierno actual de coalición PSOE-Unidas Podemos, han estado haciendo dejación de sus responsabilidades históricas con el pueblo saharaui, por el miedo a Marruecos y a sus represalias. Ahora mismo, ambos partidos políticos, por razones espurias, ajenas a toda dignidad y respeto por el sufrimiento de todo un pueblo hermano, hacen que no oyen ni ven, optando por hacerse co-responsables y cómplices de la crueldad marroquí para con la población saharaui.