VI Época - 46

ECOLOGISTAS EN ACCIÓN PRESENTA SU INFORME 2020

Alerta sobre la mala calidad del aire que respiramos

 Como cada año, Ecologistas en Acción ha presentado el 22 de junio su Informe 2020 sobre la calidad del aire, en el que se señala que persisten todas las amenazas de contaminación ambiental, con graves consecuencias para la salud pública y el equilibrio del ecosistema terrestre.

El Informe publica y analiza los datos recogidos en 2020 en 800 estaciones oficiales de medición instaladas en todo España. Sus conclusiones no permiten ningún tipo de alivio, a pesar de las mejoras experimentadas en el periodo de confinamiento y ralentización de la actividad industrial y del tránsito motorizado aéreo, marítimo y terrestre, fácilmente reversibles con la vuelta a la normalidad en la movilidad y en la producción industrial.

De acuerdo a lo que cabía esperar, como consecuencia de las medidas confinatorias derivadas de la pandemia, el aire experimentó una mejora clara en 2020, “con una reducción notable de los niveles de dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y ozono troposférico”, y “más matizada de los de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5).

Sin embargo, aún con estos números, y tomando como referencia los valores máximos de contaminación aceptables recomendados por la OMS y el objetivo a largo plazo anunciado por la Unión Europea, el aire contaminado continuó afectando en mayor o menor medida a 42 millones de personas en el Estado español (88 % de la población total), así como a 402.000 kilómetros cuadrados (80 % del territorio).

Desde el sistema de cómputo de la normativa española, menos exigente que las recomendaciones de la OMS anteriormente citadas, la población que respiró aire contaminado por encima de los límites permitidos se situaría en torno a los 8,5 millones de personas, una quinta parte del total y la superficie expuesta a niveles de contaminación causantes de importantes daños a la vegetación alcanzaría 210.000 km2, el 42 % del territorio español y 40.000 km2 menos que el año anterior. En ambos casos, los datos comprobados, desvelan una situación insostenible, de clara agresión a la salud general de la población española y de los ecosistemas peninsulares.

Entre las conclusiones globales del Informe anual 2020 de Ecologistas en Acción, destacan:

-Cada año se registran hasta 30.000 muertes en el Estado español por afecciones que son consecuencia de la contaminación del aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Según el Instituto de Salud Carlos III, 10.000 de ellas fallecen en episodios de alta contaminación”.

– Los costes sanitarios derivados de la contaminación atmosférica representan al menos 50.000 millones de dólares al año, un 3,5 % del PIB español, según el Banco Mundial, sin considerar el coste de los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales.

-La principal fuente de contaminación en las áreas urbanas, donde se concentra la mayor parte de la población, continúa siendo el tráfico motorizado. En determinadas áreas industriales y en el entorno de las grandes centrales termoeléctricas, serían estas fuentes las que afectarían de manera decisiva la calidad del aire. Finalmente, el transporte aéreo y marítimo tienen de nuevo un gran impacto en la calidad del aire del entorno de aeropuertos y puertos. En este aspecto, el Informe concluye que “la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando el tránsito peatonal, la bicicleta y el transporte público limpio.”

-El ozono, de nuevo, se presenta como el agente contaminante con mayor extensión y afección a la población. Las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el dióxido de azufre (SO2) en el aire afectaron a algo más de la mitad de la población del Estado.

-Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire, obligatorios según la legislación vigente, en muchos casos no existen, y en otros resultan inefectivos.

– Para mejorar la calidad del aire es de todo punto necesario “promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y declarar sin dilaciones un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Mediterráneo, como las existentes en el Mar Báltico y el Mar del Norte”.

(Fuente: Informe 2020 Ecologistas en Acción)

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