LA OMS ACTUALIZA NIVELES CONSIDERADOS PELIGROSOS DE CONTAMINACIÓN DEL AIRE

La calidad del aire es un factor fundamental en la defensa de la salud pública

El pasado 22 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho pública su decisión de actualizar los umbrales de calidad del aire por primera vez desde 2005 y fijar nuevos índices en aras de lograr una más eficaz y saludable lucha contra una contaminación, que se considera responsable de la muerte cada año en el mundo de unos siete millones de muertes prematuras.

Los nuevos umbrales establecidos por la OMS no son obligatorios por su mismos, sino que actúan a modo de simples recomendaciones para que cada país decida si las incorpora o no a su legislación, sea endureciendo o relajando los límites legales en su ámbito nacional.

De hecho, más del 90% de la población mundial vivía en 2019 -y, con toda seguridad vive aún hoy- en zonas donde los niveles de concentración superaban los indicados en las directrices de la OMS sobre la calidad del aire de 2005. Con todo, para un amplio espectro de la comunidad científica internacional, preocupada por la salud pública, los nuevos límites propuestos por la OMS representan una obligación ética y una referencia incuestionable para los gobernantes de todas y cada una de las naciones, particularmente de las mayores responsables en la contaminación global.

Más de 40 sociedades médicas de todo el mundo han realizado una declaración conjunta en la que respaldan las directrices y en la que se urge a los gobiernos a combatir la contaminación. Estas entidades han recordado que los nuevos límites reflejan bien “el amplio consenso científico” y han defendido que “las directrices son una llamada de atención para los responsables políticos” en la esperanza de que “influyan en las políticas de calidad del aire en todo el mundo” a pesar de que no tienen fuerza legal.

Las nuevas recomendaciones han endurecido los indicadores de calidad atmosférica para los principales contaminantes, fijando unos umbrales de seguridad más estrictos para cuatro sustancias nocivas, la mayoría vinculadas a la quema de biomasa y a los combustibles fósiles —petróleo, gas y carbón—. En concreto, la OMS ha establecido los nuevos límites de exposición segura para los seres humanos para seis tipos de contaminantes: las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PM₂,₅), las partículas de menos de 10 micras (PM₁₀), el ozono, el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono.

La mayor reducción se aplica al dióxido de nitrógeno, que baja de los 40 microgramos por metro cúbico a 10. Le siguen las partículas (PM₂,₅ y PM₁₀), por ser el contaminante del aire que tiene unos efectos negativos sobre la salud más amplios en el mundo.

Los nuevos umbrales suponen un enorme reto para las ciudades europeas pues ninguna de las 27 capitales de los estados de la UE cumpliría ahora con la recomendación respecto al dióxido de nitrógeno, que está muy relacionado en las ciudades con los motores de combustión de los vehículos de gasolina y diésel. No mejora la situación en España, ya que solo siete de las 80 ciudades más pobladas del país están por debajo del nuevo límite de exposición anual a esta molécula que recomienda la OMS.

En el caso de Pontevedra, hasta ahora se cumplía bien en los cinco parámetros aludidos. Desde la entrada en vigor de las nuevas recomendaciones, se sigue dentro de los límites en cuanto a la medición de ozono, de dióxido de nitrógeno y de dióxido de azufre, y solo en el caso de las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) se exceden ligeramente, y en días puntuales del año.

La OMS espera que sus nuevos umbrales puedan reducir los fallecimientos prematuros que la contaminación causa en el planeta. Por ejemplo, según la comunicación hecha pública, alrededor del 80% de las muertes que se atribuyen a la exposición a las PM₂,₅ en todo el mundo podrían evitarse si se alcanzan los niveles de exposición que se contemplan en las nuevas directrices.

En su comunicado la OMS recuerda que la ciencia ha identificado desde hace tiempo los efectos de la contaminación en los niños, entre otros no menos graves, “una reducción del crecimiento y las funciones pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma”. En los adultos, “la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior, y también están apareciendo pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas”. Por ello, la morbilidad atribuible a la contaminación del aire está “en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo”.

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