POEMAS
En enero de 1919 se constituía oficialmente en España el fugaz pero importantísimo movimiento de la vanguardia poética, conocido como Ultraismo. A ese grupo se incorpora Lucía Sánchez Saornil, quien, en 1919 escribe uno de los poemas más significativos de este movimiento poético, dedicado al aeródromo de Madrid “Cuatro Vientos”. Pese a este hecho, la historiografía poética española, tratará de confinar en el olvido a Lucía, quizá por castigar en ella el triple delito de ser obrera, anarquista y mujer libre.
CUATRO VIENTOS
Mi balcón:
rosa del cristal frente al ocaso.
En el río del horizonte
naufraga Cuatro Vientos,
nido de águilas de acero,
de alas inmóviles
y vientres sonoros.
Tarde de Domingo
cuando se ahoga el sol en el río fantástico.
He aquí los grandes pájaros sonoros,
rondel de gaviotas
sobre un mar lejano.
En la costa ilusoria
hay un faro:
la torre radiotelegráfica.
He aquí los grandes pájaros sonoros,
que se elevan, se persiguen y se abaten,
sobre las lejanas olas imaginarias.
Tornan a alzarse
triunfales, como cóndores altivos,
trepidan los vientres locos
en una embriaguez de energía,
canto bárbaro de las fuerzas domeñadas.
Un pájaro soberbio
rasga el cristal del poniente
en un vuelo al sol.
Y de pronto
aletea … gira y cae.
Temblamos,
como si la tierra se hubiera removido
en una sacudida sísmica.
Un pájaro yace inerte y roto:
sobre la tierra,
cara al sol,
el corazón del pájaro muerto
de una estrella caída y opaca.
El río del horizonte,
que se había teñido de sangre,
se desbordó por los cielos.
Tras la victoria del nacional-catolicismo franquista, Lucía logró escapar en 1939 hacía Francia y, tres años más tarde, amenazada por la Gestapo, decidió regresar clandestinamente a España. Tras una primera estancia en Madrid, dónde es reconocida y teme ser detenida, huye a Valencia, donde permanecerá de incógnito e indocumentada durante doce años. Condenada al silencio, Lucía no volverá a publicar ningún poema, por más que no renunciase a escribirlos. De esa producción sólo han quedado 23 poemas mecanografiados, en los que Lucía hace balance de su vida y expresa, con magistral inteligencia y belleza, el vaivén de la esperanza-desesperanza de quien ha luchado, ha sido derrotado, ha sufrido y, pese a todo, permanece en ella batallando el ansia de vida y libertad.
SOÑAR, SOÑAR SIEMPRE
Has jugado y perdiste: eso es la vida.
El ganar o perder no importa nada;
lo que importa es poner en la jugada
una fe jubilosa y encendida.
Todo lo amaste y todo sin medida.
¿Cómo puedes sentirte defraudada
si fuiste por amor crucificada
con un clavo de luz por cada herida?
Sobre urdimbres de olvido van tejiendo
lanzaderas de ensueño otra esperanza
de un morir cotidiano renaciendo.
Porque un nuevo entusiasmo nos transporta
a otro ensueño entrevisto en lontananza
y en la vida, el soñar, es lo que importa.
Y todavía le quedan fuerzas para -en estos tiempos de represión, clandestinidad y feroz victoria de los enemigos- decir, derrotadas sí, vencidas, no, pues llegarán nuevas generaciones y tendrán su sueño, les espera su vuelo.
Y POR QUÉ NO …
¿Y por qué no otra ardiente y nueva aurora?
¿Qué al otro lado de la puerta oscura,
no habrá otra adolescencia turbadora
que se alce en vuelo hacia otra luz más pura?
¿Y ha de acabarse todo en este “ahora”,
en este no vivir, en esta dura
realidad brutal que nos devora
sin remisión y sin piedad segura?
Y al otro lado ¿qué? ¿nada de nada?
¿otro barrio tan sucio como éste?
¿otra serpiente? ¿otro camino infame?
A Dios le increpo con mi voz más dura:
“la vida es una llaga, una peste”
¡y el llanto mostraré cuando me llame!
Y, por último, este segundo soneto de la desesperanza, uno de sus últimos poemas escrito en Valencia poco antes de su muerte
II SONETO DE LA DESESPERANZA
Ya no podré decir nunca “mañana”,
ese mañana fabuloso y mágico;
ahora un estupor cruel y trágico
de la tierra, del mar, del cielo emana.
¡Oh, mañana, mi tierra prometida,
siempre posible aunque jamás se alcance!
Hoy hacia ti su jubiloso avance
detiene al fin mi pie. Es ley de vida.
Me rebelo a aceptar esta derrota,
y me aferro tenaz a una remota
esperanza de arribo a tus arenas.
Si no es posible, más, decir “mañana”,
si la vida no tiene su diana
¿para qué ya la sangre por mis venas?