KURT BARTSCH
(1937 – 2010)
Al poeta, letrista de canciones y musicales, dramaturgo y ensayista, le llegó la pubertad, juventud y el ser adulto en el Berlín oriental, en la República Democrática de Alemania. En 1979 fue expulsado de la poderosa oficina del Estado conocida como “Asociación de Escritores de la RDA”, bajo la acusación de rebeldía al régimen tras solidarizarse con otros escritores, también expedientados. Finalmente, en 1980, logró trasladarse al Berlín Occidental, con tan poca fortuna como al otro lado de la ciudad. Será expulsado de la industria cultural capitalista con tanta fiereza como antes lo había sido por la burocracia estatal comunista, pero sin que ahora hiciese falsa que algún expediente firmado diese testimonio del castigo.
FIN DE JORNADA
Se dispara en la televisión. En el bosque
se dispara también. En la televisión
disparan policías a gánsteres, gánsteres
a policías. En el bosque vemos
que se dispara a los enemigos, que de momento
son de cartón. De los huecos de los disparos
de los afortunadamente tiesos gánsteres en la tele
corre el agua, que fue pintada de rojo, para el caso
de que alguien tenga televisión en color.
Los enemigos en el bosque
tienen también orificios de los disparos
y a través de ellos luce rojo el sol. Son
tiempos pacíficos a grandes rasgos.
ADOLF HITLER COMPLETAMENTO SOLO
Adolf Hitler, y fue él solo,
construyó la carretera.
Nadie le llevó una piedra
nadie le amasó el motero.
Nadie le ayudó a la hora
de buscar el fin de la guerra.
No obstante duró la guerra
casi trescientas semanas.
Adolf Hitler, y fue él solo,
cortó leña, y con carbón
calentó después los hornos
allá en Polonia, en Auschwitz.
Ninguno lo vio venir
todos se quedaron lejos.
Dejaron que pasara
¡ah! contra su criterio.
Adolph Hitler, y fue él solo,
se pegó un tiro en la boca.
Ningún otro cerdo tuvo
que expiar ninguna culpa.
Hallamos estos poema en la edición “Tango Berlín” de Kurt Bartsch, traducida al español por Federico Ocaña y editada por Greylock, (España, 2020)