ANARQUÍA, SINDICALISMO Y LUCHA REVOLUCIONARIA

“Mientras el Estado exista, el hombre no pasará de ser un ensayo, y la civilización un sueño de locos”

La vida adulta de Lucía Sánchez Saornil estuvo marcada por su triple compromiso con el anarquismo, con el finalismo revolucionario de la lucha sindical en el marco de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en pos del Comunismo libertario y con la acción incansable por la emancipación de la mujer en el seno de Mujeres Libres y la posibilidad cierta de una sociedad nueva, exenta para todos sus miembros, hombres o mujeres, de autoritarismos, explotación, desigualdad, ignorancia y humillaciones. Compromisos que, según Lucía, necesariamente habrían de ser asumidos, teórica y prácticamente en un mismo plano, intrínsecamente trabados entre sí, sin que, en la sociedad del momento, ninguno de ellos fuese posible sin atender a los otros.

El despertar

“Pero yo he visto esta tarde arder,

entre un humo muy denso y muy alto,

las teas, que encendían las estrellas

para la noche.”

Todo apunta a que 1916 significó un momento clave en la biografía anarquista de Lucía. En ese año, en su ciudad natal, empezó a trabajar como asalariada en la compañía Telefónica, en cuya plantilla la CNT y el anarquismo contaban con una gran presencia. También en ese año, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Pintura de San Fernando, lo que la pone en relación con artistas y escritores de la vanguardia literaria, algunos de ellos significados anarquistas.

Pasado el tiempo, Antonia Fontanillas se preguntará “¿Cómo y cuándo descubre Lucía el anarquismo? ¿Cuáles fueron las primeras influencias que la acercaron al ideal? ¿Nace su atracción hacia el mismo de sus frecuentaciones en el medio Ultraísta o bien va formándose poco a poco a través de su militancia y trato con sus compañeros de trabajo en la compañía Telefónica?”

La forja

“ … A la zaga iba el destino …”

En 1918 aparece como afiliada de la CNT, significándose muy pronto en el activismo sindical inmediato. En el número 2 de la revista Mujeres Libres (junio 1936), Lucía publica un reportaje, 20 años de psicología femenina a través de una profesión, bajo la forma de una supuesta conversación con una amiga suya, Isabel Martínez, también operadora de Telefónica. En el texto -evidentemente autobiográfico- están vívidamente descritas las deplorables condiciones económicas, laborales y de humillación cotidiana que sufrían las trabajadoras a manos de sus jefes. El último apartado del reportaje describe el momento en que la empresa distribuye entre las trabajadoras un examen de aptitud y, simultáneamente, un acuerdo del Comité Paritario (UGT-empresa-Gobierno de la dictadura) facultando a la Compañía para reducir las plantillas por necesidades del servicio. La protesta organizada de las trabajadoras sirvió para que el anuncio de la empresa fuese retirado, pero “unos días más tarde se repartieron por las posiciones unos cuantos sobres grises, de los que las agraciadas debimos firmar recibo. A mí me mandaron a una deliciosa capital levantina”.

El veintiuno de septiembre de 1927, Lucía es trasladada forzosa al Centro interurbano de la compañía de Valencia, con la excusa de “por conveniencia de servicio”. Una vez en la capital levantina, Lucía, pese a la sanción, continúa su militancia sindical enfrentada a la empresa, reafirmándose en su compromiso anarcosindicalista, colaborando en la prensa local cenetista y anarquista.

De vuelta a Madrid en 1929, intervendrá poco después en la gran huelga que la CNT declara en la Compañía Telefónica, propiedad de la multinacional estadounidense, American Telephone and Telegraph Company.

1931: Huelga en la Telefónica.

Cientos de despedidos, entre ellos Lucía Sánchez Saornil

… “serpientes de traición silvan” …

En la primavera de 1931, representantes del Comité́ Revolucionario Republicano que propugnaba el fin de la Monarquía y que al cabo de pocos días, el 14 de abril se convertiría en el Gobierno Provisional de la II República española, pidieron celebrar un encuentro con los dirigentes de la CNT, para tratar de los movimientos de protesta sindical que estaban a punto de producirse. Uno de esos conflictos preocupaba de modo particular a los políticos republicanos: el que enfrentaba a la plantilla -más de 7000 personas sometidas a condiciones laborales y salariales misérrimas, la mayor parte de ellos afiliados a la CNT- con la Cía. norteamericana American Telephone Company (ATC), dueña indiscutible del sector de la comunicación del país por concesión del dictador
Primo de Rivera.

El Comité Revolucionario dijo a los obreros: “Ya sabéis que hace un año, Indalecio Prieto (socialista y miembro de este Comité) calificó el contrato que entregó a ATC la red telefónica nacional de “auténtico latrocinio”, lo que compartimos todos nosotros. Por esto os pedimos que renunciéis ahora a la huelga anunciada, pues la caída de la monarquía es inminente y, en cuanto lleguemos al poder revocaremos la concesión a ATC declarándola ilegal y atenderemos vuestras justas demandas”.

Tras esta formal promesa, la CNT confió́ en el Comité́ Revolucionario, aceptó suspender la huelga y esperar la llegada de la República.

Pocos días más tarde, el 14 de abril, fue proclamada la II República Española y el Comité́ Revolucionario se convirtió́ en el gobierno provisional de la II República, bajo la presidencia de Azaña.

Pasó la primera semana y la CNT esperó en vano el decreto prometido. Pasó el mes de abril y nada. Todo el mes de mayo y tampoco. Solo el representante de la propia ATC declararía: “A mi compañía le han ido mucho mejor los negocios que ha establecido en las repúblicas, que no en las monarquías …”. El caso es que el gobierno de la República pronto empezó́ a dar muestras de estar en compadreo con ATC y de olvidarse de las promesas hechas a los trabajadores, por más desesperada que fuese la situación de las familias obreras.

Como pasaba el tiempo y nada se hacia, la CNT tomó la decisión de convocar la huelga a partir del 4 de julio (de hecho comenzó́ dos días más tarde). Y, con esta declaración, llegó la ‘sorpresa’: el flamante ministro de la Gobernación, Miguel Maura, declaró ilegal ¡la huelga! (no la ‘concesión’).

Pese a la ‘traición a lo prometido y pactado” –o quizá por ello- de los 7000 empleados de ATC, 6200 se declararon en huelga. El paro fue un éxito rotundo en Sevilla, Zaragoza y Barcelona, aunque de desigual resultado en el resto del Estado, pues los socialistas en el gobierno–Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos-, optaron por apoyar la declaración de la huelga “ilegal”, con la infamia añadida, de enviar a afiliados a la UGT como esquiroles a Madrid y Barcelona para intentar restablecer la normalidad y las comunicaciones.

El 7 de julio son detenidos los miembros del comité́ de huelga de la CNT. Comenzaron entonces las acciones de sabotaje: cortes de líneas de conexión internacional, destrozos en centrales, derribo de antenas, cortes de suministros. Numerosos piquetes obreros cercaban las instalaciones de ATC en todo el país, por lo que el gobierno de la República dio ordenes de disparar, sin aviso previo, contra los obreros que amenazasen el orden. Peso a ello, la huelga no disminuyó.

El conflicto se prolongará durante varios meses y dará lugar a huelgas generales en Sevilla, Zaragoza y Barcelona. Costará medio centenar de obreros muertos, pero al final la multinacional norteamericana conseguirá́ su propósito: ¡la concesión no se revisará! y los obreros pagarán con la cárcel o el despido el sufrimiento de sus muertos la osadía de pedir mejorar salariales y haber confiado, siquiera fuese por un momento, en los partidos republicanos que se disponían a gobernar.

Como señalará́ Eduardo de Guzmán “Este conflicto significa la ruptura del nuevo régimen con la inmensa mayoría de los trabajadores … Cuando Miguel Maura tiene que dimitir en octubre de 1931,108 trabajadores (unos 50 de ellos como consecuencia del conflicto de ATC, además de 2000 obreros presos) habrán sido asesinados por las fuerzas de orden público y los obreros industriales ya saben que los gobernantes republicanos –aunque entre ellos haya tres ministros socialistas– defienden resueltamente los intereses de sus enemigos de clase”.

Entre los cientos de cenetistas despedidos, una de las víctimas fue Lucía Sánchez Saornil.

Lucía en la redacción del periódico CNT,

una y otra vez clausurado por orden gubernativa

… “las armas al aire chocan” …

Para decenas de miles de trabajadores, al igual que para Lucía, la República había quedado desenmascarada por la lucha obrera y ya nunca más sus gobernantes, ni su clase política, ni sus instituciones podrían declararse sin sonrojo como “República de los trabajadores”.

Apenas dos años después de estos sucesos, Lucía, en agosto de 1933, es nombrada por los miembros del Comité de la CNT secretaria de redacción del órgano escrito portavoz nacional de su organización: el periódico “CNT”. Apenas tres meses después, el 8 de diciembre, asistirá indignada al asalto de los talleres del periódico por las fuerzas del orden público, al tiempo que practican numerosas detenciones entre los trabajadores. La publicación del periódico quedará suspendida hasta el 21 de agosto del año siguiente, pero, una vez reanudada, volverá a ser cerrada por orden gubernamental el 6 de octubre de 1934, con la excusa de la insurrección de Asturias. El diario no volverá a abrir hasta el 24 de julio de 1936, dispuestos los anarcosindicalistas a festejar el levantamiento popular que dio al traste con la sublevación fascista y desemboca en la guerra civil.

En todo este tiempo, Lucía ejercía también como secretaria de la Federación Nacional de la Industria Ferroviaria, lo que probablemente le permitió subsistir durante los largos periodos en que el periódico permanecía clausurado. También escribe artículos y comentarios en muy diversos periódicos de la CNT y anarquistas, como El libertario, La tierra, Fragua Social, Campo Libre o Solidaridad Obrera.

La iniciativa de crear la revista “Mujeres Libres” y constituir sus primeras Agrupaciones locales en una red de cordialidad femenina surgió a finales de 1934 y principios de 1935 de la mano de Lucía Sánchez, a la que enseguida se unieron la abogada y educadora Mercedes Comaposada y la médico Amparo Poch y Gascón, ambas también militantes libertarias, vinculadas a la CNT.

Compromiso con la CNT y la lucha anarquista colectiva

contra el Capitalismo y el Estado

… “y detrás de ti, en alud,

tu gente, como tu sombra.” …

En todos los artículos del periodo republicano (1931 – 1936), Lucía reitera su compromiso con la CNT y contra el Estado …

… Manifiesta su fidelidad militante con los principios y filosofía del anarcosindicalismo, y su combate contra toda forma de insolidaridad, autoritarismo y dependencia, así como su rechazo de la actividad política y parlamentaria, considerada como un instrumento de opresión y de dominación del capitalismo sobre la clase trabajadora. “Política es como decir poder, y donde hay poder hay esclavitud, que es relajamiento y miseria moral”.

… Se alinea con la esforzada lucha sindical a lo largo y ancho del país de contra la injusticia que sufrían las clases obrera y campesina jornalera.

… Realiza un permanente llamamiento a la defensa de la autonomía y el finalismo revolucionario que debían regir en las organizaciones de los trabajadores, cómo los únicos instrumentos capaces de transformar las conciencias, las conductas y los hábitos culturales que hasta el momento sostenían el poder mismo.

… Avisa que la emancipación social -y el Comunismo libertario que la orienta- sólo se conseguirá tras la revolución y la destrucción del Estado, pero esta no fructificará si la acción revolucionaria no comprende también, la modificación de las conductas individuales y el desarraigo de actitudes que perpetuaban la sumisión de unas personas a otras.

… Reclama a las organizaciones del ámbito libertario que hagan lo necesario para atraer e implicar a las mujeres de modo protagonista en la lucha revolucionaria colectiva, reprochando el comportamiento e ideología subyacente de gran número de militantes confederales, capaces de contradecir cotidianamente los ideales que aseguraban defender.

… Alerta de la inutilidad del voto y la acción en favor de los partidos políticos que aspiran a la gobernanza del estado, pues, una vez que alcanzan esos despachos, todo su poder lo volverán contra la libertad, la justicia y las necesidades de la humanidad que los sufre.

Frente al fascismo, el pueblo y Lucía se alzan con todas sus armas

…”¡La vida se paró en seco

cuajada en gritos de alerta!” …

… “la vida, toda, tembló

de temerosa impaciencia!” …

Tras conocerse el levantamiento del ejército en África contra la República, Lucía se incorpora con sus compañeras y compañeros libertarios y cenetistas, a la lucha del ‘pueblo en armas’ contra el fascismo y, en su caso, por la ‘revolución social’. El 20 de julio de 1936 salió a la calle y participó en el asalto al Cuartel de la Montaña.

En los meses siguientes, actuará como cronista de guerra en los frentes de Guadalajara para los periódicos de la CNT, Juventud Libre y Frente Libertario. Colabora en la estructuración de las primeras colectividades campesinas y obreras en la zona liberada, al tiempo que desarrolla una extraordinaria labor en la creación de la organización Mujeres Libres, en la redacción de la revista y en la definición y participación en las numerosas iniciativas e ingente labor práctica de todo el grupo, como la formación de brigadas de trabajo de mujeres que en caso necesario pudieran reemplazar a los compañeros combatientes o la creación de un servicio de enlace que llevara y recogiera correspondencia y paquetes del frente, entregándoselos a sus familiares.

Lucía, redactora jefa de la Revista cenetista Umbral

… “El horizonte es la pauta, hermanos.”

Lucía se mantuvo en el Madrid asediado hasta mediados de 1937, cuando se trasladó a Valencia para integrarse como redactora jefa en la revista anarquista Umbral. Se trataba de una publicación semanal vinculada a la CNT, editada entre 1937 y 1939, primero en Valencia y, más tarde, en Barcelona. En el entorno de la revista conoce a América Barroso, con la que mantendrá hasta su muerte una extraordinaria relación amistosa, según algunos testimonios cercanos, afectiva y sexual.

La colaboración de Sánchez Saornil en Umbral se caracterizó por sus reportajes al que acompañaban documentos gráficos y que informaban de los cambios que se operaban en la vida social y económica de las diferentes regiones bajo el signo de la revolución. El 20 de agosto de 1937 empezó el Congreso o Conferencia Nacional de Mujeres Libres donde quedó constituida la Federación Nacional del mismo nombre, de la que será nombrada Secretaria general.

A principios de 1938, la revista Umbral cambio su sede de Valencia a Barcelona, por lo que Lucía se trasladó a esta ciudad. Una vez allí, la CNT le pidió que participara y ayudara a las colectividades agrarias de Castellar.

Secretaria General de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA)

“Un cortejo celeste naufragaba en el río.” …

En mayo de 1938, Lucía asumirá en Barcelona la función de Secretaria General de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), la organización que había sido fundada el 27 de mayo de 1937 conjuntamente por la CNT, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y las Juventudes Libertarias (FIJL), componentes de lo que dio en denominarse orgánicamente Movimiento Libertario Español (MLE). Desde su inicio, antes de asumir el cargo de Secretaria General, Lucía formaba parte de la Comisión Ejecutiva del SIA, ocupando la vocalía de Prensa y Propaganda.

Tras el triunfo de las fuerzas franquistas, la muerte y la represión se enseñorearon con los vencidos. Lucía logró pasar a Francia, instalándose a partir de enero de 1939 en Perpiñán, donde continuará ostentando la representación del SIA, al objeto de ayudar a los refugiados españoles, que llegaban por miles. Sin embargo, las autoridades francesas prohibieron a los representantes del SIA cualquier actuación en favor de los exiliados. En el plazo de un mes, en febrero, Lucía y sus compañeros serán expulsados de Perpiñán por el Prefecto de la ciudad, siendo obligados a trasladarse a las cercanías de París, para continuar su labor solidaria.

La amenaza que representaba para los españoles exiliados la invasión de Francia por el ejército alemán y la ocupación de París, trajo consigo la huida de cientos de españoles, entre ellos los miembros del SIA, debiendo dirigirse hacia el sur. Lucía, que en ese momento teme ser detenida por la Gestapo y ser llevada a un campo de concentración –bastaba su aspecto agitanado, moreno y frágil, para llamar la atención del racismo nazi y bastaba su papel en el SIA para granjearse la furia de los colaboracionistas franceses- decide regresar clandestinamente a España.

El exilio interior

… “Quebró el destino su vara y te miró con respeto” …

En 1942 se instala en Madrid e intenta en la clandestinidad reconstruir Mujeres Libres, pero fracasó, tras ser reconocida en la calle por varias personas, que podrían ser delatores. Temiendo ser denunciada, tendrá que huir de nuevo, ahora a Valencia, donde permanecerá de incógnito e indocumentada durante doce años, lo que le impedía incluso disponer de la cartilla de racionamiento o incorporarse a cualquier trabajo asalariado. Murió en aquella ciudad, el 2 de junio de 1970, víctima de un cáncer de pecho.

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