LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL

Anarquista, Mujer Libre, poeta y escritora revolucionaria

Dedicamos este número monográfica de La Campana a la memoria de una extraordinaria mujer: Lucía Sánchez Saornil. Poeta fundamental del grupo de la vanguardia poética Ultraísta en su juventud y, después, de la poesía épica revolucionaria y popular, sindicalista, anarquista, humanista, luchadora incansable por la emancipación social femenina, escritora en los medios y revistas obreras y de la lucha social, co-fundadora de la revista anarquista Mujeres Libres y primera presidente de la Federación Nacional del mismo nombre, “Mujeres Libres”, que en 1937 llegó a agrupar en la zona republicana a 90 agrupaciones locales y comarcales y representar a 21.000 mujeres asociadas, Secretaria general de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA). Todo esto era Lucia, una mujer menuda, de aspecto agitanado, obrera laboriosa y enérgica, de extrema sensibilidad y firme compromiso ético y solidario.

Su papel en la historia de las luchas sociales en el siglo XX fue, sencillamente, ejemplar y admirable, por más que aún hoy se ejecute una conjura de silencio sobre su personalidad. Lucia, en uno de sus últimos poemas, pudo comparar con dignidad su destino con el de la escultura Victoria de Samotracia:

«perderé́ como tú si se da el caso

la cabeza pero nunca las alas».

Así fue.

Queremos romper con este homenaje la desmemoria interesada que ahora mismo y desde siempre viene ejerciendo contra todas aquellas personas y luchadores anarquistas que, como Lucía y sus compañeras de Mujeres Libres, hicieron de su rebeldía, coraje insumiso y solidaridad humana su destino y colectivamente lucharon en pro de un mundo y una sociedad mejor de la que les tocó vivir. Por ello, debieran ser objeto de admiración y permanente recuerdo.

Breviario biográfico

Lucía Sánchez Saornil nació en Madrid, el 13 de diciembre 1895, en el seno de una familia humilde que residía en la calle Labrador del barrio obrero de Peñuelas, procedente del pueblo vallisoletano de Pozal de Gallinas.

Siendo ella adolescente, en 1908, fallece su madre, Gabriela Saornil. Su padre, Eugenio Sánchez, trabaja como telefonista en casa del duque de Alba. Contando con el magro sueldo del padre, la pobreza reina en el hogar del empleado viudo, con tres hijos pequeños, Lucía, la mayor de las hermanas, Concha, siempre enfermiza, y un chiquillo que murió muy pronto, quedando Lucía a cargo de la casa y faenas domésticas. La única ‘riqueza’ que poseían -seguramente de importancia crucial para la niña- era una pequeña biblioteca repleta de libros y folletos heredados de una tía de su padre.

El padre logra ingresar a su hija mayor, Lucía, en la escuela elemental del Centro de Hijos de Madrid. Este Centro dependía de la Sociedad homónima, regentada por ricos comerciantes e industriales, incialmente con fines altruistas, caritativos y de beneficencia, reparto de pan a los pobres en fechas señaladas, ayudas económicas a los obreros y empleados municipales, a los heridos de la Guerra de África o auxilio a las viudas en la miseria o a la Sala de infecciosos del Hospital General, Sanatorio de tuberculosos …

1916, un año decisivo

“ … gritan la llama y el viento …”

Apenas se conocen más datos de la infancia y adolescencia de Lucía, hasta que a los veinte años, en 1916, ingresa en la plantilla de la Telefónica de Madrid como operadora, lo que compaginará desde el primer momento, con su formación como pintora becaria en la Escuela de Bellas Artes de Pintura de San Fernando. Según su propio testimonio, apenas dos años después, en 1918, figura ya como afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

Bajo la dictadura de Primo de Rivera (1923 – 1930)

… “bajo tu signo ideal ¡Oh, Victoria

de Samotracia! inicié mi camino” …

Fue en la Escuela madrileña de Bellas Artes donde Lucía se relaciona con la vanguardia literaria de la época, decantando su actividad artística hacia la poesía, pese a su habilidad pictórica. De hecho, el mismo año en que ingresa en la Telefónica y se inscribe en Bellas Artes, publica sus primeros poemas, apasionados y audaces, en la revista Los Quijotes, cuyos temas y estilo la encuadran en el importante movimiento poético vanguardista del momento, el Ultraismo. Inicialmente con firma bajo seudónimo masculino, apenas modificación de su propio nombre, Luciano de San-Saor. Publicó por entonces sus poesías en varias revistas como Tableros, Plural, Manantial o la Gaceta Literaria. No será hasta 1929 que Lucía ponga fin a su participación en el movimiento literario vanguardista y con ella a su producción poética editada, que no reiniciará hasta el estallido de la Guerra Civil, siete años más tarde.

Afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), frecuentemente ilegalizada durante todo el periodo de la Dictadura de Primo de Rivera, la joven obrera colaborará con su pluma en varios periódicos, inicialmente de variada tendencia obrerista y social, pero enseguida del ámbito anarquista y el sindicalismo. Todavía bajo la dictadura y estando la CNT prohibida por las autoridades, aunque activa en la clandestinidad, Lucía participa en diferentes conflictos reivindicativos de la central obrera en la Telefónica, lo que provoca en 1927 su traslado forzoso a Valencia.

Proclamación de la República

“Ahora la luna ha caído a mis pies”

Nada más proclamarse la República, en 1931, regresa a Madrid, pero su participación en las huelgas y enfrentamientos con la Compañía Telefónica, que venían arrastrándose desde los tiempos de la Dictadura de Primo Rivera, y su militancia sindical le cuestan nuevos castigos y sanciones. Ese mismo año, fue detenida tras los enfrentamientos de los huelguistas de la Telefónica y las fuerzas del orden público, para ser finalmente despedida de la empresa con varios cientos de sus compañeras y compañeros.

A partir de este momento, se entregará con plena dedicación al movimiento libertario y anarcosindicalista durante los años de la II República, publicando numerosos artículos de crítica social y pensamiento anarquista. En esta labor, en 1933, será nombrada secretaria de redacción del periódico “CNT”, considerado como el portavoz nacional de la organización, además de asumir la secretaría de la Federación Nacional de la Industria Ferroviaria. Colabora entonces en diversas publicaciones anarquistas y sindicalistas como Tierra y Libertad, La Revista Blanca, Solidaridad Obrera, además de en el propio periódico confederal. Es en el CNT dónde publica el artículo “Literatura nada más”, que marca su tránsito de la poesía de vanguardia hacia una poesía y literatura de compromiso social, transformador sino directamente revolucionario.

Nacimiento de “Mujeres Libres” (1934 – 1935)

“¡Oh, cuánto tiempo HORA NUESTRA

te hemos esperado!, ¡cuánto!” …

Desde 1933, Lucía expresa en revistas y periódicos libertarios y en multitud de textos su indeclinable posición en defensa de la mujer. Elabora una lúcida denuncia de la deplorable situación que sufrían la abrumadora mayoría de las mujeres españolas, sometidas a triple esclavitud: esclavitud de la ignorancia, esclavitud como mujeres y esclavitud como trabajadoras”. Todas y cada una de ellas, víctimas de la violencia histórica que sobre las mujeres viene ejerciendo un tipo de sociedad -autoritario, jerárquico, desigual, injusto y humillante- que es urgente abolir, allí donde se manifieste, sea en el hogar, en el taller, en la calle, en los hábitos culturales o en la acción social.

Nunca el amo puede llamar ‘compañero’ a quien somete

“¡Ay! … La sombra del jardín

¡qué pena tan grande tiene!”

En varios de sus escritos principales, Lucía reprocha a muchos de sus compañeros anarquistas que abandonasen sus “ideales” de igualdad, dignidad o rebeldía frente a todo poder, en cuanto llegaban al hogar, tratando a sus “compañeras” como inferiores a su cuidado. Como si la esclavitud y humillación que ellas sufrían lo fuesen por decisión y voluntad propia o por una naturaleza inferior a la de aquellos ‘compañeros’ que renunciaban a serlo y se imponían como ‘amos’, reproduciendo en su propia casa la brutalidad del sistema social que, a no dudar, ansiaban abolir.

En 1934, Lucía, juntamente con Mercedes Comaposada y Amparo Poch, que se trasladó a vivir de Zaragoza a Madrid, forman en esta capital el primer núcleo de lo que muy pronto será “Mujeres Libres”. Las tres mujeres vieron en la publicación de una revista bajo ese rótulo el comienzo y la columna vertebral de un proyecto a largo plazo, que les permitiera crear una red de cordialidad femenina y, finalmente, una organización de mujeres anarquistas. Las circunstancias, demoraron la publicación del primer número de la revista, hasta mayo de 1936, poco antes del intento de golpe de estado militar franquista, que desembocará en la Guerra civil de 1936-1939.

Por la Revolución social y contra el fascismo

“… Un pájaro soberbio

rasga el cristal del poniente

en un vuelo al sol.”

Nada más conocerse el alzamiento militar franquista, el mismo 20 de julio de 1936, Lucía participa como espontánea miliciana en el asalto al cuartel de la Montaña. Luego compaginará la creación literaria con su participación destacada en las actividades y expansión de la organización Mujeres Libres, en el impulso y administración de colectividades autogestionadas agrícolas cercanas a Madrid y en la distribución de propaganda y materiales en los frentes del Guadarrama. Actúa también como cronista de guerra en los frentes de Guadalajara para los periódicos de la CNT, Juventud Libre y Frente Libertario.

Al amparo de la revista Mujeres Libres y de su ideario en defensa de la mujer y la revolución social, fueron creándose en estos meses de 1936 y primeros de 1937 por toda la geografía republicana, multitud de Agrupaciones locales y de barrio, tratando de formar una gran red de cordialidad. El estallido revolucionario, surgido tras la sublevación, dio otro carácter a la revista y organización de Mujeres Libres y fue Sánchez Saornil quien propuso la formación de brigadas de trabajo de mujeres y organizó un servicio de enlace y postal que llevara y recogiera correspondencia y paquetes entre los luchadores y sus familiares.

Horas de revolución y lucha femenina

“… Con rumbo a lo definitivo …”

Fue en 1937, en plena guerra civil española, cuando Mujeres Libres decide reunir en un libreto la colección de romances que Lucía venía publicando en la revista. El libro se tituló Romancero de Mujeres Libres. También en las ediciones de Mujeres Libres se editó el folleto Horas de Revolución, que recogió una antología de colaboraciones periodísticas de Lucía, publicadas en los primeros meses de la guerra.

En ese mismo año se reunieron en Valencia en un Congreso todas las Agrupaciones locales y comarcales de Mujeres Libres, dispuestas a unificarse en una gran Federación: La Federación Nacional de Mujeres libres. Lucía asumió en ese congreso el cargo de Secretaria de la recién creada Federación.

En mayo de 1938, Lucía asumirá en Barcelona la función de Secretaria General de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), que había sido fundada el 27 de mayo de 1937 por la CNT conjuntamente con la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y las Juventudes Libertarias (FIJL), componentes de lo que dio en denominarse, “Movimiento Libertario Español” (MLE).

Exilio en Francia (1939 – 1942)

“… El río del horizonte,

que se había teñido de sangre,

se desbordó por los cielos.”

Tras el triunfo de las fuerzas franquistas, la muerte y la represión se enseñoreó con los vencidos. Lucía Sánchez Saornil logró escapar hacía Francia huyendo con miles de personas a través de la frontera con Francia.

En enero de 1939, Lucía se instaló en Perpignan, donde representaba a la organización SIA, para ayudar a los refugiados españoles, que llegaban por miles, pero las autoridades francesas prohibieron a los representantes del SIA cualquier actuación en favor de los exiliados, siendo Lucía expulsada de Perpignan en febrero por el Prefecto de la ciudad. Lucía y sus compañeros de la Comisión ejecutiva del SIA, tuvieron que trasladarse a las cercanías de París, para continuar su labor solidaria.

La invasión de Francia por el ejército alemán, expulsó a cientos de exiliados españoles, entre ellos a Lucía, que debieron huir hacia el sur. Lucía, en ese momento teme ser detenida por la Gestapo y llevada a un campo de concentración –bastaba su aspecto agitanado, moreno y frágil, para llamar la atención del racismo nazi y bastaba su papel en el SIA para granjearse la furia de los colaboracionistas franceses- por lo que decide regresar clandestinamente a España.

Clandestinidad (1942 – 1952) y el ala herida (1952 – 1970)

“… ¿Quién ha cerrado nuestra galería?

¿Quién puso luto al sol? …”

En 1942, Lucía se instala en Madrid e intenta en la clandestinidad reconstituir Mujeres Libres. Sin embargo, pronto es reconocida, por lo que tiene que huir, ahora a Valencia, donde permanecerá de incógnito e indocumentada durante doce años, lo que le impedía incluso disponer de la cartilla de racionamiento o incorporarse a cualquier trabajo asalariado.

Condenada al silencio y el dramático exilio interior en su propio país, no volverá a publicar ningún verso, por más que no renunciase a escribirlos y leerlos a sus amigos más cercanos. De esa producción sólo han quedado 23 poemas mecanografiados, inéditos, escritos todos ellos poco antes de morir en 1970. En estos poemas, Lucía hace balance de su vida y expresa, con magistral inteligencia y belleza, el vaivén de la esperanza-desesperanza de quien ha luchado, ha sido derrotado, ha sufrido y, pese a todo, permanece en ella batallando el ansia de vida y libertad.

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