VI Época - 55

LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL

Lucha de una mujer anarquista por la emancipación de las mujeres

Durante el primer tercio del siglo XX, los anarquistas españoles trataron de realizar un gran esfuerzo para organizarse del mejor modo posible y afrontar con esperanza cierta la lucha social y revolucionaria, al tiempo que reafirmaban su crítica absoluta a toda forma de poder.

Entre los logros más significativos de ese esfuerzo colectivo destacan: la participación, orgánica y militante, de anarquistas en la constitución en 1910 y actividad posterior de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la nucleación de grupos anarquistas en los años ’20 y ’30 al amparo de Ateneos Libertarios o de colectivos específicos de propaganda o de actividad social de todo tipo, la fundación en 1927 de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la creación de las Juventudes Libertarias (JJ LL) en 1932.

En este contexto, la fundación por un grupo de mujeres de Mujeres Libres en mayo de 1936, impulsada y mediatizada nada más nacer por el alzamiento militar, los acontecimientos de julio y la inmediata guerra civil que siguió, representó por múltiples razones un hito importante -no menos polémico que los anteriores- en ese esfuerzo organizador del movimiento anarquista español.

Mujeres Libres en el anarquismo español

Afirmando promesas de vida

desafiemos la tradición,

modelemos la arcilla caliente

de un mundo nacido del dolor

[LSS: Himno de Mujeres Libres]

Pese a la brevedad de su historia, apenas 5 años, entre 1934 y 1939-1940, la organización Mujeres libres, ofreció al mundo una estela y un ejemplo luminosos de la lucha anarquista por la emancipación de la mujer, pues logró:

+ Desafiar con éxito al movimiento anarquista en su conjunto a cumplir con lo que proclamaba en su ideario de rechazo de todo poder y coacción y ausencia de jerarquías (entre ellas la jerarquía masculina en el seno de la familia), de igualdad y libertad universales, y con su promesa, dictada en el Congreso anarquista de 1872, conforme “Las mujeres deberían ser absolutamente iguales a los hombres en el hogar y en el centro de trabajo”, según se recoge en el dictamen titulado “De la mujer”, que se oponía a la reclusión de esta en el espacio doméstico.

+ Situar como uno de sus objetivos inmediatos, la capacitación de las mujeres para que reclamasen el lugar que les pertenecía, tanto en el seno del propio movimiento revolucionario actual como en el de la nueva sociedad, comunista y libertaria, por la que todos juntos, hombres y mujeres, habrían de batallar. En su ideario, la capacitación de la mujer, suponía también la emancipación por si misma de la triple esclavitud a la que estaba sometida: “Esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora”.

+ Abanderar que sin la completa participación de las mujeres, en pie de absoluta igualdad consigo mismas y con los hombres, la revolución que anhelaban unos y otras no podría triunfar nunca.

+ Señalar la imperiosa necesidad de una organización específica de mujeres para desarrollar plenamente sus capacidades y su incorporación a la lucha social desde una perspectiva propiamente anarquista y femenina.

En este ámbito, ni Lucía Sánchez Saornil ni la organización Mujeres Libres se definieron nunca como “Feministas” y si, en alguna ocasión aludieron a los movimientos ‘feministas’ propios de su época, como las sufragistas, fue para marcar claramente las diferencias ideológicas y prácticas que las separaban. Identificaban el término “feminismo” con el movimiento que pugnaba por los derechos políticos de las mujeres y por su paticipación en las instituciones estatales y patronales, en el marco de la democracia burguesa y capitalista.

Durante los tres años de su existencia (1936 – 1939) Mujeres Libres proclamó consagrar todos los esfuerzos de su lucha hacia la liberación de la mujer, conscientes de que no habría emancipación alguna para la mujer obrera ni para nadie, hombres incluidos, mientras no se acabase definitivamente con el régimen político estatal y económico capitalista, responsables de la desigualdad. No podían imaginarse a si mismas como colaboradoras o partícipes de esa situación, mucho menos en el papel de víctimas inanes. Por ello no se definían como feministas, sino como humanistas. Para Mujeres Libres, todos y cada uno de los individuos, hombres o mujeres, sin exclusión de ninguna clase formaban parte como miembros singulares de una misma especie, de una misma comunidad, todos iguales en derechos y deberes, en reivindicación y en responsabilidad.

Hacia “Mujeres Libres”

La historia la hacían los hombres; la mujer sólo tenía de ella el vago concepto de un espectáculo visto a través de una celosía. Siempre al margen, condenada a las penumbras y a los últimos planos apenas era una pobre cosa, un soplo de vida latente bajo el peso de todas las iniquidades sociales” [LSS, 1933]

Y así, a través de los siglos, las sociedades fundadas por hombres e integradas por hombres relegaron a la mujer a los últimos peldaños de la escala zoológica. Se la ha llamado algunas veces animal de placer, pero yo os aseguro que no fue ni aún eso, sino testigo atormentado y pasivo a la vez del placer de los demás” [LSS, 1935]

A partir de 1933 Lucía Sánchez Saornil mantiene entrevistas con otras compañeras, a las que transmite su proyecto, inicialmente personal, de crear una revista de mujeres, capaz de combatir desde una perspectiva anarquista revolucionaria los prejuicios existentes contra las mujeres, tanto en la sociedad como en las propias organizaciones y hogares libertarios.

Entre esas compañeras de la CNT se encontraba Mercedes Comaposada, estudiante de derecho y maestra voluntaria en ateneos libertarios, que describe los encuentros: “Durante meses nos reuníamos en un banco, hablábamos, paseábamos un poco más … Entonces, en 1935, empezamos a enviar notas. Lucía trabajaba para el sindicato de Ferroviarios (NOTA: por entonces actuaba como secretaria de la Federación) y tenía acceso a las listas de todos los grupos de mujeres afiliadas al movimiento anarcosindicalista (tanto a los que operaban dentro de los sindicatos como a los de fuera). Escribíamos a todos los grupos de la lista y a todos los que conocíamos”.

Lucía polemiza en ámbitos anarquistas sobre la situación de la mujer

en los propios medios y en la sociedad en general

Captación y capacitación de la mujer para la tarea revolucionaria, por su emancipación y la de todos los miembros de la humanidad: “En otros periódicos -El Libertario, CNT- y en distintas ocasiones he dicho algo de lo mucho que hay que decir sobre la importancia que tendría para nuestro movimiento [anarcosindicalista, en pos del Comunismo libertario] la captación de la mujer” [LSS, 1935]

Entre 1933 y 1935 Lucía publicará varios artículos en diversos periódicos anarcosindicalistas –CNT, Solidaridad Obrera, Tierra y Libertad, Umbral, Fragua Social– en los que expone su análisis de la situación de la mujer y cómo afrontar su emancipación. Entre esos artículos destacan los que agrupa bajo los títulos “La mujer en el camino de la revolución”, publicados en CNT y “La cuestión femenina en nuestros medios”, publicados en Solidaridad Obrera. [Recogemos estos artículos en el Cuaderno antológico que acompaña este número especial de La Campana].

En estos artículos, Lucía adelanta algunas de las cuestiones y planteamientos que muy pronto hará suyos la revista y la organización de Mujeres Libres:

En primer lugar, el reproche a “la poca atención que el movimiento anarcosindicalista ha prestado hasta el momento a la mujer”, “Hay que decirles [a los compañeros, en alusión a los anarquistas que, contraviniendo los ideales de abolición de las jerarquías que aseguraban defender, trataban a sus esposas, madres y hermanas como inferiores] que antes de reformar la sociedad es preciso reformar sus casas”.

… “Y todo ello se deriva del más falso concepto que haya podido crear la humanidad. La supuesta ‘inferioridad femenina’. Error que tal vez nos haya retardado siglos de civilización … El último esclavo, una vez traspuestos los umbrales de su hogar, se convierte en soberano y señor … El que diez minutos antes tragaba toda la hiel de la humillación burguesa, se levanta como tirano haciendo sentir a aquellas infelices toda la amargura de su pretendida inferioridad”.

En segundo lugar, la urgente necesidad de la incorporación de la mujer a la lucha revolucionaria que el anarquismo tiene emprendida: “Creemos que es llegada la hora de iniciar una tarea tenaz de educación femenina en sentido revolucionario”, y que [la mujer] “se sacuda el polvo de los siglos y con ojos limpios, con ojos bien abiertos, escudriñar el panorama del mundo. Dejarse a parte toda la falsa sabiduría masculina, arrumbar toda su ciencia político-social y buscar la verdad en el fondo de nuestras conciencias. Hay que sacudir el tablero y empezar una jugada nueva … aceptar algo de lo existente sería dar por buena la fórmula social que hizo posible nuestra esclavitud de siglos

En tercer lugar, el rechazo del estado y sus valores, en cuanto principales instituciones responsables de la secular opresión y esclavitud de la mujer: “Y no es ciertamente, enrolándose en los partidos políticos, como la mujer puede realizar esta labor. La misión primordial de los partidos políticos es la conservación y defensa del Estado y, como a su vez el Estado es el defensor y conservador de todos los valores creados -aunque se hable de sus evoluciones y de sus mentidos progresos- resulta que la mujer actuando en la política mantiene y da vida con su esfuerzo y con su inteligencia a lo mismo que pretende destruir” …

Lucía, iniciadora y una de las protagonistas principales

en la revista Mujeres Libres.

La guerra, el fascismo, son sólo manifestaciones de un estado de cosas: escarbar, ahondar, desnudar la causa, destruirla, es la misión que la historia tiene reservada a la mujer, es la labor que la humanidad tiene derecho a esperar de ella”. [LSS, 1934]

Esas primeras reuniones de Lucía con sus compañeras y la publicación de sus artículos en la prensa anarcosindicalista, fructificaron en el otoño de 1935, cuando Mercedes Comaposada Guillén, abogada y educadora, y la médico, Amparo Poch y Gascón, asumieron el proyecto de Lucía. Las tres, directamente vinculadas a la CNT, conformarán el grupo fundador y organizador, tanto de la revista como de los primeros núcleos locales de la red de cordialidad, Mujeres Libres.

La idea de la revista fue hecha pública por Lucía en otoño de 1935 en las columnas del periódico cenetista barcelonés Solidaridad Obrera, tras responder a una invitación de Mariano R. Vázquez, Marianet, secretario general de la CNT, para que ocupase una tribuna femenina en el periódico catalán: “No recojo tu sugerencia porque mis ambiciones van más lejos; tengo el proyecto de crear un órgano independiente para servir exclusivamente a los fines que me he propuesto”. Se trataba de una revista hecha por mujeres y para mujeres, con un claro contenido anarquista, revolucionario y femenino.

Mujeres Libres, ya en la calle

La salida del primer número de la Revista hubo de demorarse hasta el 20 de mayo de 1936, que se agotó casi inmediatamente; el segundo apareció el 15 de junio y el tercero justo antes de comenzar la Guerra Civil. En total se publicaron 14 números mensuales hasta 1938 (Del número 14 todavía no se encontró ningún ejemplar).

El cuerpo de redacción estaba formado por ellas tres, que solían firmar con seudónimo, lo que hace difícil atribuir los textos, pero todo parece indicar que fue Lucía la autora de todos los editoriales, además de ser considerada en todos los ámbitos libertarios como la más destacada protagonista en todo lo que afectaba a la publicación. Así, las cartas enviadas por los lectores a la redacción, en bastantes ocasiones “iban dirigidas, explícita y personalmente, a ella y en casi todos los casos era ella quien las contestaba”. Sin embargo, “Lucía no estaba sola, puesto que formó un núcleo que se constituyó alrededor suyo y de Mercedes Comaposada, al que se unió, en 1934, Amparo Poch, que se trasladó a vivir desde Zaragoza a Madrid”. Como testimoniará Lucía: “Éramos un reducido número de compañeras, militantes en el campo anarquista, las que pretendíamos echar sobre nuestros hombros esta gigantesca tarea …”.

Primer editorial

El primer editorial de Mujeres Libres, redactado por Lucía aunque con seguridad discutido y aprobado por sus dos compañeras en la redacción, expresaba la intención de “hacer oír una voz sincera, firme y desinteresada; la de la mujer; pero una voz propia, la suya (…); la no sugerida ni aprendida en los coros teorizantes”.

Henos, pues aquí, en plena hora nuestra, dispuestas a seguir hasta sus consecuencias últimas el camino que nos hemos trazado; encauzar la acción social de la mujer, dándola una visión nueva de las cosas, evitando que su sensibilidad y su cerebro se contaminen de los errores masculinos. Y entendemos por errores masculinos todos los conceptos actuales de relación y convivencia; errores masculinos porque rechazamos enérgicamente toda responsabilidad en el devenir histórico, en el que la mujer no ha sido nunca actriz, sino testigo obligado e inerme.

No encierra esto una recriminación para nadie; si nos duele todo el pasado de ignominia en que se nos tuvo hundidas, no nos atrevemos a pensar, sin embargo, que pudo ser de otra manera; sabemos que la Humanidad va haciendo su camino a costa del propio dolor y no nos interesa rememorar el pasado, sino forjar el presente y afrontar el porvenir con la certidumbre de que en la mujer tiene la Humanidad su reserva suprema, un valor inédito capaz de variar, por ley de su propia naturaleza, todo el panorama del mundo” …

Así, “tratará de evitar que la mujer sometida ayer a la tiranía de la religión caiga (…) bajo otra tiranía, no menos refinada y aún más brutal, que ya la cerca y la codicia para instrumento de sus ambiciones: la política”, ya que “no entiende de problemas humanos, sino de intereses de secta o de clase. Los intereses de los pueblos no son nunca los intereses de la política. Ésta es la incubadora permanente de la guerra”.

Redes de cordialidad de Mujeres Libres

Parece ser que fue Lucía Sánchez la primera en utilizar el concepto de “red de cordialidad” para denominar las relaciones entre los grupos de simpatizantes de la revista Mujeres Libres. Grupos que enseguida se convertirán en los primeros núcleos locales de la naciente organización Mujeres Libres, cuando, nada más iniciarse la guerra civil -y la revolución social anarquista, partera de colectividades, comunas, centros y entidades autogestionadas a lo largo y ancho de la zona liberada del zarpazo fascista- la revista tenga que cambiar de objetivos y pasar de ser una revista cultural y de conciencia social a una publicación orgánica de combate.

Los primeros núcleos de la agrupación Mujeres Libres se formaron en Madrid y Guadalajara, entre agosto y septiembre de 1936. El núcleo inicial de la agrupación madrileña se reunía en la Federación Local de Sindicatos de la CNT de Madrid, donde las mujeres comenzaron el proceso de capacitación profesional, cultural e ideológica.

Hacia la Federación nacional de Mujeres Libres

Al margen del Estado y contra el Estado: “… lo cierto es que, establecidas las clases una se erigió en dominante, y para sostener y garantizar este dominio tuvo necesidad de crear una serie de instituciones que sentaran las bases de su falso derecho. El conjunto de estas instituciones perfeccionadas es el moderno Estado. De aquí deducimos, pues, que el Estado es la suma de instituciones de que una clase se sirve para sojuzgar y dominar a la otra. Las más importantes de estas instituciones son la escuela -fusionada con la religión-, la justicia y el ejército.” [LSS, 1934]

A finales de 1934, algunas mujeres anarquistas de Barcelona tenían las mismas preocupaciones y sentimientos respecto de la postergación de la mujer que sentían en Madrid Lucía y sus compañeras, por lo que, sin saber unas de las otras, decidieron crear el Grupo Cultural Femenino.

En 1936, Mercedes Comaposada fue a Barcelona y participó en una reunión del Grupo Cultural Femenino para explicar el cometido principal de la agrupación anarquista de Madrid. Como resultado del encuentro, al comprobar que ambos grupos tenían objetivos y planteamientos muy semejantes, las mujeres del Grupo Cultural Femenino decidieron afiliarse a Mujeres Libres.

Tras la adhesión del grupo de Barcelona, Mujeres Libres se extendió como la pólvora hasta contar con 20.000 (28.000) afiliadas y 170 secciones locales en todo el país, con incidencia especial en Cataluña (46 agrupaciones), regional Centro (28 agrupaciones), seguidas de Valencia (28), Aragón (14) y Andalucía (2, en Granada y Almería). La Comisión de Solidaridad se encargaba de gestionar donativos o subvenciones con sindicatos de la CNT, ateneos libertarios y otras entidades del movimiento.

Lucía en la acción cotidiana de Mujeres Libres

Las iniciativas desarrolladas por Mujeres Libres en las distintas localidades en que logró constituirse fueron, sin necesidad de exageración alguna, increíbles, tanto por la novedad de sus planteamientos, como por el rigor y eficacia con que fueron llevados a cabo.

– Aparte de la revista Mujeres Libres, muchas de las agrupaciones locales tenían sus propias publicaciones, además de difundir textos e informaciones en el resto de la prensa libertaria. También se llevó a cabo la impresión de un sinnúmero de folletos, hojas de propaganda, afiches y libros, entre ellos el “Romancero de Mujeres Libres”, con poemas de Lucía Sánchez Saornil o la antología de artículos “Horas de Revolución”.

– A iniciativa de Lucía, se formaron brigadas femeninas de trabajo que, una vez formadas técnica y profesionalmente, pudieran reemplazar a los combatientes y también un servicio de enlace, comunicación y transporte femenino que llevara y recogiera correspondencia y paquetes entre el frente y los familiares en la retaguardia.

– Realización de una amplísima labor de capacitación educativa básica y aprendizaje laboral dirigida a las mujeres obreras y campesinas. En Barcelona se puso en marcha el “Casal de la Dona Treballadora”, donde se atendían entre 600 y 800 mujeres en clases de alfabetización, instrucción básica, mecánica y agricultura, sin olvidar enseñanza sindical y temas económico-sociales.

– Se promovieron jornadas de agitación y propaganda, programas de radio (una de las emisiones más celebradas, fue la recitación por Lucía de su romance “Madrid, Madrid, mi Madrid” en Radio Madrid), bibliotecas móviles y eventos culturales resaltando el papel de las mujeres organizadas para transformar por si mismas las condiciones de la existencia femenina, orientando estas actividades hacia las colectividades agrarias e industriales impulsadas por la CNT y la FAI.

– Se crearon y gestionaron guarderías, comedores populares, orfanatos y centros de apoyo a refugiados, víctimas de la guerra

– Se fomentó la creación de una Escuela de Enfermeras y del Instituto Materno-Infantil Louise Michel, ambos en Barcelona.

– Se diseñaron, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad dirigido por Federica Montseny, los “liberatorios” de prostitución, a la que consideraban inherente al sistema capitalista, por lo que no podría acabarse con la explotación sexual con medidas policiales, debiendo atenderse a las prostitutas que ansiasen liberarse, con revisiones, cuidados y tratamientos médico-sicológicos, orientación y capacitación en trabajos sustitutos, ayuda moral y económica, que progresivamente llevasen a la desaparición de esta esclavitud.

Conferencia Nacional de Mujeres Libres

En el segundo semestre de 1937, a instancias de Mercedes Comaposada, se traslada a Valencia para integrarse en la redacción del semanario gráfico, vinculado al anarquismo y a la CNT, Umbral. Poco después de haber Lucía llegado a Valencia, tendrá lugar en esa ciudad la celebración del Congreso o Conferencia Nacional de Mujeres Libres, en el que se constituye la Federación Nacional homónima.

Por la Comisión organizadora abrió la Conferencia Lucía “dedicando breves palabras a explicar la necesidad que ha impulsado a las agrupaciones Mujeres Libres a buscar el medio de coordinar su acción político-cultural mediante la creación de una Federación Nacional con sus organismos adecuados”.

Finalmente, el Congreso acaba con el nombramiento por unanimidad como Secretaria general de la Federación allí constituida a Lucía Sánchez Saornil, sometiéndolo al refrendo de las Agrupaciones.

En los meses siguientes, la Federación y las Agrupaciones continuarán llevando a cabo las iniciativas aprobadas hasta ese momento e incorporando otras nuevas, por más que empiezan a resentirse como consecuencia de la evolución de la guerra, desfavorable para la República y aún más para el movimiento anarquista, que está siendo acosado por las propias autoridades republicanas y las intrigas, con frecuencia criminales, del partido comunista estalinista.

Pleno del movimiento libertario, octubre 1938

(CNT – FAI – Juventudes Libertarias)

Después de muchos meses de contactos con representantes de la CNT y la FAI, la Federación Mujeres Libres pidió formalmente en octubre de 1938, con la presencia de quince mujeres que integraban su delegación, el reconocimiento orgánico como cuarta rama constituyente del Movimiento Libertario, integrado hasta ese momento por la reunión conjunta de tres organizaciones: CNT, FAI y Juventudes Libertarias.

Con diversas excusas formales, los tres componentes de la asamblea acordaron ‘aplazar’ en ese momento la decisión definitiva sobre la propuesta de Mujeres Libres (remitiéndola a una posterior asamblea, que nunca llegaría a celebrarse), lo que causó una extraordinaria decepción en muchas de ellas, que sin embargo, apenas tuvo consecuencias ya que el desarrollo de la guerra, con la previsible y muy cercana victoria del ejército franquista (apenas tres meses más tarde todo el frente catalán se derrumbará ante el avance fascista) ocupaba todos los espíritus.

¿Final? No, aún no

Solo una derrota más,

sobre la que habrá de surgir un nuevo nacimiento,

otro mañana

Mujeres Libres, a pesar de algunos intentos, no sobrevivirá como organización al drama colectivo de la derrota y el exilio de quienes, como Lucía, lograron atravesar la frontera francesa, o de la cárcel, la persecución y el asesinato de cientos de sus adheridas.

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