LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL, POETA

Yo, que afronté la vida sin rendirme

aceptaré la muerte sin porfía.

En 1916, una vez conseguido el puesto de trabajo en la compañía telefónica, Lucía puede matricularse en la Escuela madrileña de Bellas Artes de Pintura de San Fernando. Será en este centro donde se relacione con la vanguardia literaria de la época, decantando su actividad artística hacia la poesía, aunque con anterioridad, en 1914, había enviado algunas poesías y textos breves a revistas de Ciudad Rodrigo, Barcelona y Lugo. Se trataba de poemas juveniles todavía fieles a los cánones de la poética modernista, pero en los que se observa un carácter muy personal, audaz y sensual, “disconforme con el papel pasivo y recatado que tradicionalmente se atribuía a la mujer”.

Es en ese mismo año de 1916 cuando la joven publica sus primeros poemas en la revista “Los Quijotes”. A partir de este momento, algunos de los poemas los firmará con un seudónimo masculino, Luciano de San-Saor, apenas modificación de su propio nombre. Quizá esta decisión fuese una condición impuesta por sus editores, pues lo cierto es que la dirección de la revista cometió la excepción con Lucía de que junto a su firma nunca apareciera publicada su fotografía, contrariamente a la costumbre de la revista que solía encabezar las colaboraciones con el retrato del autor. No obstante, otros poemas de esa época si que los ofrecerá al público con su propio nombre.

En enero de 1919 se constituía oficialmente en España el fugaz pero importantísimo movimiento de la vanguardia poética, conocido como “Ultraismo”, en el que se integran nombres hoy tan conocidos como Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Guillermo de la Torre, Juan Larrea o Adriano del Valle. A ese grupo se incorpora Lucía Sánchez Saornil como única mujer del grupo, mostrando tanto una maestría insólita en el arte poético como una enérgica personalidad propia. De hecho, uno de los poemas más significativos de este movimiento poético es precisamente el dedicado por Lucía al aeródromo de Madrid “Cuatro Vientos”, publicado en 1919 (Recogido en el Cuaderno antológico, que acompaña este número de La Campana). Pese a este hecho, la historiografía poética española, tratará de confinar en el olvido a Lucía, quizá por castigar en ella el triple delito de ser obrera, anarquista y mujer libre.

En 1929 se cierra el periodo vanguardista de Lucía y con él su producción poética editada, que no reiniciará hasta el estallido de la Guerra Civil, siete años más tarde, fundamentalmente en las páginas de la revista Mujeres Libres.

En 1933 publica en el periódico CNT el artículo Literatura nada más, fundamental para comprender el tránsito que se produce en Lucía de la poesía vanguardista hacia una literatura de compromiso social y revolucionario.

Fue en 1937, en plena guerra civil española, cuando Mujeres Libres decide reunir en un libreto la colección de romances de Lucía que venían publicándose en la revista. El libro, con dedicatoria “A los que cayeron por la libertad”, se tituló Romancero de Mujeres Libres. Se trataba de una colección de los romances que había ido componiendo Lucía al hilo de los sangrientos episodios de la contienda contra el fascismo. Son poemas escritos a vuela pluma que, en algunos casos, representan verdaderas cimas de la épica romanceada española. En el Cuaderno antológico, que acompaña este número de La Campana, se reproducen algunos de los poemas del Romancero (¡Madrid, Madrid, mi Madrid!, Romance del 19 de julio y Romance de La Libertaria)

Tras el triunfo de las fuerzas franquistas, Lucía logró escapar en 1939 hacía Francia y, tres años más tarde, decidió regresar clandestinamente a España. Tras una primera estancia en Madrid, dónde es reconocida y teme ser detenida, huye a Valencia, donde permanecerá de incógnito e indocumentada durante doce años, durante los que malvive decorando abanicos.

Condenada al silencio, Lucía no volverá a publicar ningún verso, por más que no renunciase a escribirlos y leerlos a sus amigos más cercanos. De esa producción sólo han quedado 23 poemas mecanografiados, inéditos, escritos todos ellos poco antes de morir en 1970. En estos poemas, Lucía hace balance de su vida y expresa, con magistral inteligencia y belleza, el vaivén de la esperanza-desesperanza de quien ha luchado, ha sido derrotado, ha sufrido y, pese a todo, permanece en ella batallando el ansia de vida y libertad. En el Cuaderno antológico adjunto se reproducen algunos de los poemas de este periodo del exilio interior (1945 – 1970), como Soñar, soñar siempre, Y por qué no …, La tormenta y II soneto de la desesperanza.

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