CONTROVERSIAS ENTRE AMIGOS
Cuestiones de suma (o poca) importancia
Antípodo y Odopitán son dos amigos anarcosindicalistas y campaneros. Cada lunes los encontramos en el local del sindicato pontevedrés enzarzados en fraternales discusiones.
Odopitán – Hola, Antípodo. Hoy llegas un poco tarde.
Antípodo – Cuando venía hacia aquí, he reparado en una gran pancarta colgada del balcón del Ayuntamiento, alusiva a la celebración del “Orgullo LGBTIQA”.
Odopitán – La nueva “Política de comunicación’ parece haber despertado entre las autoridades municipales el interés por utilizar con fines propagandísticos, políticos e ideológicos de parte, las balconadas de significativos edificios oficiales.
Antípodo – No estoy muy seguro de que esta nueva práctica pueda valorarse positivamente.
Odopitán – Hace ya algunos años que los partidos gobernantes de las administraciones locales de Pontevedra -Diputación y Ayuntamiento- vienen haciendo tal uso de sus balcones y, ocasionalmente, iluminando las fachadas de sus edificios principales con eslóganes, rótulos, consignas, colores o lemas conmemorativos de alguna causa que consideran adecuado promover entre los vecinos. Consideran esos elementos arquitectónicos como espacios idóneos y a su disposición para hacer visible ante la ciudadanía la propaganda política e ideológica que les interesa.
Antípodo – Me pregunto qué pasará cuando ganen las elecciones los partidos actualmente en la oposición, contrarios en sus planteamientos ideológicos, morales, políticos a los de las actuales corporaciones. Crucemos los dedos para que, llegado el caso, no hagan valer también su arrogancia y utilicen como excusa el precedente.
Odopitán – Nunca nadie podrá evitar que el diablo repita las mismas perrerías que practican los ángeles del Señor. Pero insisto. ¿Qué es lo que tanto te preocupa? Paso todos los días bajo esas balconadas y apenas le presto más interés que a cualquier otra simbología institucional. Sólo porque a veces cambian de cartelería, reparo en ello.
Antípodo – Lo mismo me pasaba a mí, pero ahora tengo la impresión de que nos equivocamos profundamente al restar importancia a estos hechos, pues las corporaciones oficiales que están promoviendo este tipo de actuaciones -las mayoritarias en cada escalón y momento de la estructura del estado- saben muy bien porque lo hacen.
Odopitán – ¿A qué te refieres?
Antípodo – Se trata de una técnica más de los poderes públicos del régimen dirigida a influir sobre la opinión pública, en aras de la transmisión ideológica y construcción social de la realidad en los propios términos que a esos concretos poderes políticos les interesa. La engañifa reside en que esas proclamas ideológicas se presentan como expresión del interés general y cabal legitimación del bien público, que nadie puede discutir o poner en cuestión impunemente. Lo que está muy lejos de ser verdad y justo.
Odopitán – Esa era la práctica propia de los regímenes totalitarios y teocráticos. Es lo que ocurría bajo el franquismo y, precisamente por ello, las leyes de Memoria Histórica imponen eliminar del espacio público todo elemento simbólico o iconográfico franquistas. Sin embargo, no me parece que podamos decir lo mismo de las actuales democracias europeas, incluida la española.
Antípodo – ¿Estás seguro de ello? En esta ocasión, la gran pancarta exponía una especie de glosario temático en relación a la sexualidad humana, en relación a concretas conductas y preferencias sexuales y a determinadas circunstancias anatómico-fisiológicas de la sexualidad. Tanto las definiciones que acompañan a cada letra como el sentido de su destacado título Orgullo LGBTIQA, son manifiestamente polémicos y problemáticos, cuando no racional e éticamente impugnables desde determinadas perspectivas antropológicas, religiosas, filosóficas y doctrinarias.
Odopitán – Evidentemente, con tan solo siete letras y siete designaciones no se puede dar cuenta de los variopintos modos en que cada individuo de la especie humana puede llegar a percibir los fundamentos biológicos y culturales de su sexualidad o los modos de relacionarse con su propio cuerpo y el de los demás más o menos placenteramente.
Antípodo – Si esta cuestión es como tu la señalas -diversa, plural, variopinta, fluida, etc-, cabe preguntarse qué es lo que decidió a los autores y defensores de la pancarta a elegir esas siete letras como merecedores de exhibirse con orgullo y no añadir cualesquiera otras.
Odopitán – Para dar cuenta de la amplitud de esa diversidad, algunos banderines y carteles añaden a esas u otras letras, un signo +.
Antípodo – Aquello que se nombra prevalece siempre sobre lo que se elude y, en definitiva, se quiere ocultar. En este caso, lo expreso es la reivindicación del “Orgullo” con que se ha de vivir la condición definida en cada una de esas letras, de la primera, ‘L’ de “Lesbiana”, a la ultima, ‘A’ de “Asexual”. Ese ‘orgullo’ (y su exhibición propagandística) es ya, en si mismo, una ideología con su simbología propia, institucionalidad reconocida, con capacidad de promover iniciativas legislativas y penales según sus particulares planteamientos e intereses y, a su través, articular desde el poder mismo la conformación de una realidad social, que muchas personas, justificadamente, pueden no compartir.
Odopitán – Como siempre, se nos queda corto el tiempo. Continuaremos hablando.