PRECARIEDAD LABORAL EN PERIODISMO Y FAKE NEWS
No permitas que los bulos eliminen tu sentido crítico
La absoluta precariedad y falta de derechos laborales que dominan la profesión periodística en la actualidad, ha convertido a la mayoría de los medios de comunicación en meros difusores de propaganda política al servicio de los partidos políticos de quienes la dependencia es total. La dependencia de las empresas de comunicación de las subvenciones y prebendas de los grupos de presión ideológica y política es total.
En este escenario la mayoría de periodistas no cumple ni puede cumplir, aunque quiera, con los preceptos básicos de su labor: investigar, contrastar, elaborar y, sobre todo, mediar entre la información que se produce y la ciudadanía, quien delega –precisamente en las personas periodistas– su derecho a la información. Por eso, el periodismo tiene un claro componente de servicio público, incluso social. No en vano existe un código deontológico en comunicación, que apenas se respeta y que está siendo reivindicado por profesionales y todo tipo de instituciones del gremio.
Porque, haber, hay esperanza: la tecnología, en concreto Internet, está posibilitando el surgimiento de nuevos medios que, sin depender del dinero de la política o de las grandes empresas y sus intereses, pueden permitirse trabajar de forma independiente, y recurrir a la autogestión, al público-socio, la subscripción por pieza o por tiempo de conexión, etc. Porque sin periodismo, sin mediación, sin contraste, sin chequeo, no existe democracia, no hay control al poder, todos ellos objetivos básicos de la profesión.
Mientras tanto, los grupos de presión han encontrado un filón para sus propósitos: los bulos, fakes, noticias falsas y conspiranoias varias que, paradójicamente y de forma alternativa, han provocado el surgimiento de un nuevo periodismo caracterizado por el rigor y la deontología, para diferenciarse precisamente de las mentiras de la caverna mediática. También de los medios caza bulos. que nunca.
Detectar bulos, cazar fake news
Primer paso: identificar la fuente, analizar qué medio publica o difunde qué tipo de cuestión. Leer o escuchar con calma, utilizar el sentido común, e interpretar lo que se lee. No compartir sin más criterio que leer el titular y obviar el resto de la noticia.
Tener en cuenta la fecha de publicación o difusión. Muchos medios y redes sociales acuden a viejas noticias, con acontecimientos posteriores que cambian el sentido de la información, pero que sirven al objeto falso que pretenden hacernos colar.
No quedarse sólo con el titular. Compararla con la publicada o difundida en otros medios, si es que existe. Que sólo tenga eco en un medio, tiene que infundir sospecha. Además, los bulos suelen recurrir a titulares llamativos, exagerados, emocionales, “viscerales”. Las fake news suelen instar a la acción. Principalmente compartir la información en cuestión, clicar, dar a me gusta, comentar, trolear…
Identifica el medio de que se trata y diferéncialo de los medios satíricos o de humor. Hemos llegado a tal punto de falta de rigor y criterio como público que, aún atendiendo a titulares totalmente inconcebibles, se asimilan como reales.
Citas falsas: las fake news no citan fuentes concretas como instituciones oficiales públicas o privadas ni personas con nombre y apellidos.
Ideología y trayectoria del medio. Hay que desconfiar de “medios” tan ideologizados, politizados y de contenido habitualmente falso como OK Diario, Esdiario.com, Libertad Digital, Periodista Digital, Alerta Digital, Arriba, Radio Ya, Gaceta, Caso Aislado…
Por último, utilizar y analizar lo que dicen, de determinadas informaciones, los medios cazadores de bulos y fakes, hemerotecas, y medios independientes.