NUESTRA MEMORIA FRENTE A SU LEY

Su “historia” no está en nuestro recuerdo más que como persecución

Su “democracia” no es nuestro logro, sino nuestra derrota

Su “ley” no es nuestra libertad, ni su “orden” la armonía social por la que luchamos.

En el número 10 (VI Época, 8.09.2020) de La Campana, el compañero Germinal Cerván, nos hizo entrega del artículo “Anarquismo secuestrado”, que considero pone el dedo en la llaga de uno de los más graves problemas que nos afectan como libertarios: la reproducción constante por parte de algunos sectores libertarios, incluida la propia CGT, de una terminología y unos planteamientos que debieran sernos (son) por completo ajenos. Cerván señala como un ejemplo más de esta negativa situación el concepto de Memoria Histórica.

¿Hacemos referencia a la misma cosa, cuando los anarcosindicalistas evocamos, por ejemplo, las acciones y actitudes, los ideales y prácticas, las biografías y peripecias militantes, los nombres y colectividades rebeldes al poder y la explotación o los compromisos y destino de nuestros compañeros … que cuando el gobierno actual y quienes le apoyan promueven en el parlamento una segunda Ley de Memoria Histórica, ahora denominada de “Memoria Democrática”?

De ninguna manera nos podemos referir a lo mismo.

Su “Historia” no es nuestra historia

HABLA EL ESTADO DE SU ANTEPROYECTO: El Consejo de Ministros (15 de septiembre), aprobó el anteproyecto de una “nueva” ley de “Memoria Democrática” (ya no “Memoria Histórica”) En palabras de la ministra Carmen Calvo, se trata de «encontrarnos con la verdad, la justicia, la dignificación de las víctimas, el perdón y la convivencia de los españoles» … atender “a las recomendaciones de la ONU, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo” … «homologando a nuestra democracia con las de otros países que también han tenido que reconocer situaciones traumáticas parecidas» … con la esperanza puesta en que sea una ley «respaldada por todos, para que todos podamos reconocernos en ella y reconocer a nuestro país, y para que los más jóvenes entiendan que les toca el testigo de sostener la gran democracia que por fin es España». “El reconocimiento, la reparación, la dignidad y la justicia para las víctimas de la dictadura y la represión.” … “con la declaración de nulidad de pleno derecho de aquellos juicios y sentencias que, sin ningún tipo de garantías procesales … supusieron condenas y ejecuciones”.

Como inventar un pasado, falsificando hechos y situaciones,

y fabricar “memoria histórica” para ‘disimular’ un presente aciago.

Primero – Según la retórica de este Anteproyecto y lo afirmado por la ministra la “Memoria Democrática” a que hacen referencia es, en realidad, un proyecto de estado de “Memoria nacional”. Sin embargo, nosotros, los anarquistas, no sólo somos internacionalistas, sino que, además, como partidarios de la libre federación de comunas libertarias, regidas por los principios de solidaridad, igualdad y libertad no atendemos fronteras y procuramos saltárnoslas en cuanto podemos. Para abreviar, en nuestra memoria y ascendencia, están tanto la CNT o la Federación Regional Española de la Asociación Internacional, los Anselmo Lorenzo o los Durruti, los asesinados por la gendarmería de la II República española en Casasviejas o Castelblanco o los anarquistas muertos en mayo de 1937 en las checas y cunetas a manos de la Generalitat de Catalunya y los estalinistas, como los Kropotkin o Emma(s) Goldman, los Sacco y Vanzetti o los anarquistas ahorcados en EE UU tras los sucesos de Chicago, impulsores de la lucha por la jornada de ocho horas.

2 – Según la ministra, esta Ley, cuando se apruebe, “permitirá encontrarnos con la verdad, la justicia, la dignificación de las víctimas, ….”.

Palabras divinas aparte (vacuas en su desnudez fraseológica) – cuya función social y política al servicio del poder es, como bien sabemos al menos desde los tiempos de Napoleón y sus matanzas, puramente ornamental y simbólica- ¿qué contenido hemos de atribuir a “dignificación de las víctimas’?

Pongamos un ejemplo nuestro: el pedagogo anarquista Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna, fue fusilado ante los muros de Montjuich por sentencia de un Tribunal Militar. La noche anterior a su asesinato escribió un testamento. En él podía leerse: «Deseo que en ninguna ocasión ni próxima ni lejana, ni por uno ni otro motivo, se hagan manifestaciones de carácter religioso o político ante los restos míos, porque considero que el tiempo que se emplea ocupándose de los muertos sería mejor destinarlo a mejorar la condición en que viven los vivos, teniendo gran necesidad de ello casi todos los hombres. (…) Deseo también que mis amigos hablen poco o nada de mi, porque se crean ídolos cuando se ensalza a los hombres, lo que es un gran mal para el porvenir humano. Solamente los hechos, sean de quien sean, se han de estudiar, ensalzar o vituperar, alabándolos para que se imiten cuando parecen redundar al bien común, o criticándolos para que no se repitan si se consideran nocivos al bienestar general».

Bien, ¿Qué clase de víctima fue Ferrer i Guardia, quien ante el pelotón que le iba a fusilar de inmediato, gritó “¡Viva la Escuela Moderna!”? ¿En qué momento perdió la dignidad, que ahora un gobierno español -que él, por supuesto rechazaría- pretende devolverle?

3- (Continuará la próxima semana)

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