EL GOBIERNO DECIDE:
La I+D (Investigación + Desarrollo) militar, en el Presupuesto 2021
¡triplicará! el gasto en investigación sanitaria
y más de 35 veces el dedicado a Investigación geo-minera y medioambiental
Un informe publicado el 15 de diciembre por el Centro Delàs de Estudios por la Paz destaca que el previsto en los Presupuestos Generales del Estado-2021 para el Ministerio de Defensa consolidado (que incluye Organismos Autónomos de carácter militar, el Centro Nacional de Inteligencia y transferencias) crece en 664 millones, un 6,5% respecto a 2020, y alcanza la cifra de 10.863 millones. Y si se tienen en cuenta las partidas repartidas entre otros ministerios de carácter militar se alcanza un aumento del 10,3%, respecto a 2020, incluyendo partidas repartidas “o escondidas” en distintos ministerios (pago a organizaciones internacionales, como la OTAN, la I+D militar del Ministerio de Industria, pago de la deuda por inversión en armamento e infraestructura militar, etc) de modo que el gasto militar alcanza los 21.623 millones, un nuevo record histórico, que supone el 1,8% del PIB español.
El mismo informe señala que “el total presupuestado para la I+D (Investigación + Desarrollo) militar para el ejercicio 2021 es superior al de 2020, con un aumento del 26,9%, el mayor desde 2011. Esta I+D militar es tres veces el gasto previsto para ‘Investigación sanitaria’ y más de 35 veces la asignación a “Investigación geológico-minera y medioambiental”.
“Es alarmante que las concesiones de préstamos dentro del Sector Público disminuyan un 19,7%, mientras que los préstamos a grandes empresas armamentistas privadas como Airbus, Santa Bárbara, Indra, Escribano o SAPA aumentan más del 400%”, se denuncia en el Informe.
¿Qué sentido tiene esta prioridad en el esfuerzo investigador dirigido a dar la muerte y no defender la vida?
Si tenemos en cuenta, como es evidente, que España no está amenazada militarmente por ningún ataque ni amenaza exterior a manos de otro ejército, a qué viene este colosal gasto e inversiones en armamentos y artefactos que acabaran su vida útil sin haber cumplido, afortunadamente, otra misión que la de exhibirse amenazadores, ¿ante quién? ¿ante qué? …
La única “justificación” real de este aparente despilfarro, es el hecho incuestionable de que la organización geo-política y geo-económica del mundo (esto es el reparto, jerarquizado y privado, de la explotación de los recursos naturales y humanos del planeta) se establece, de modo principal, en función del “poderío militar creíble” que cada Estado sicario debe ofrecer al poderoso de turno (sobre todo a EE UU, pero también a otros no menos interesados al título imperial) para el sostenimiento del Orden mundial y el reparto sesgado del botín, esto es, el consabido saqueo de los países y poblaciones, sufridoras de penalidades sin cuento por el hecho de que la naturaleza les hubiese bendecido con alguna bien que los poderosos ansían. Por esta razón, EE UU gasta más en su ejército e inversiones militares que todos los demás países del mundo juntos, pero también exige a sus amigos de la OTAN, entre ellos, España, que incrementen sus gastos militares hasta alcanzar, al menos, el 2% del PIB que les corresponde (compromiso ya firmado por los Ministros de “Defensa” de todos los países de la OTAN en 2006).
Hay quien -¡sabiendo que miente!- trata de justificar esta decisión del gobierno español “progresista” con la cínica afirmación de que el desarrollo de la industria bélica “salvaguarda y crea nuevos puestos de trabajo” y “ayuda a relanzar la economía mediante el trasvase de tecnologías del ámbito militar al civil”, cuando todo demuestra que la investigación en bienes civiles (salud, hábitat, medioambiente, ciencia físico-química, humanidades, etc) no sólo enriquece económicamente a la sociedad que la protagoniza, sino que dirige sus frutos al bienestar de sus habitantes y a la armonía social y no a la muerte y la destrucción, como es el caso de la investigación militar.