TRAMPAS MORTALES DE LA JERGA OFICIAL
La ONU, el Orden Internacional … y 4 niños de Gaza
Es tal el grado de desfachatez y desprecio a la verdad que exhiben los jerifaltes del mundo -entre ellos, por supuesto, los altos ejecutivos de la ONU- que no dudan en declarar, sin sonrojarse, cosas tales como “La ONU informa del primer ataque de drones autónomos a personas” (El País, 28 05 2021).
La presunta novedad, reside en el hecho de que este ‘novedoso’ dron dispone de una tecnología un poco más sofisticada que la aplicada hasta ahora. El nuevo robot aéreo de uso militar lleva incorporada una cámara que fotografía una situación y un programa de procesamiento de imágenes que, al interpretar esa situación como un objetivo a destruir, pone en marcha, ‘autónomamente’ el mecanismo de disparo, sin necesidad de un operador ‘humano’ que decida pulsar el gatillo.
Vayamos al ejemplo de este día. Según el citado periódico (aunque repetida en distintos medios televisivos, radiofónicos y de las redes): “La ONU informa del primer ataque de drones autónomos a personas” … “La acción se produjo en Libia en marzo de 2020” … cuando el primer ministro de Libia, Faiez Serraj, ordenó atacar las fuerzas de un general rival, Jalifa Hafter, “con un dron capaz de llevar a cabo ataques en modo enjambre y operar de manera autónoma, tras detectar e interpretar movimientos e instalaciones del rival … sin requerir la conectividad de datos entre un operador humano y la metralla”.
Lejos de la información de la ONU queda la utilización reiterada de drones militares teledirigidos, “parcialmente autónomos”, por EE UU en Yemen, Somalia o Afganistán y, sobre todo, por Israel contra la población palestina, incluidos los asesinatos ‘selectivos’ de dirigentes palestinos enfrentados a la colonización sionista y al expolio e intento de expulsión o exterminio de su pueblo.
No tenemos más que recordar, el asesinato el 16 de abril de 2014 por el gobierno de Israel de cuatro niños que jugaban en una plaza de Gaza, cuando fueron abatidos por misiles israelíes “disparados desde un avión no tripulado armado”. La horrible secuencia de este crimen fue así:
El operador -un oficial militar- del dron israelí Hermes 500 observó desde un centro de operaciones situado a unos 80 kilómetros de Gaza, que una figura humana (un niño) salía (jugando) de los restos de un contenedor semidestruido por la aviación israelí en un bombardero ejecutado el día anterior. El oficial israelí decidió que bastaban esos datos del inteligente dron, para enviar un segundo aparato no tripulado, esta vez artillado, para que entrase en acción nada más detectase la figura huidiza en la zona y disparar un primer misil. Los otros tres niños que participaban del juego infantil, echaron a correr mientras eran perseguidos por el dron, en una acción que fue filmada casualmente por una televisión francesa desde un hotel cercano. Apenas medio minuto después de asesinar al primer niño, el dron disparó un nuevo misil, ahora contra los niños que huían, causando la muerte de otros tres primos y heridas graves a un cuarto.
Así pues, en este caso, la discusión ‘jurídica’ (que nunca hubo, por la negativa del gobierno israelí) se establecería sobre el presunto responsable (el oficial israelí que pulsó el botón desencadenante del disparo). Sin embargo, ahora, en los nuevos drones ‘autónomos’, con ‘capacidad programada de decidir por si mismos’ (según le dicte el algoritmo que lleva asociado en su programa a la acción de disparar) la muerte de cuatro niños jugando en una playa de Gaza, ¿a quien se puede atribuir la responsabilidad de la matanza?
Según los nuevos Señores de la Estupidez Universal que pretenden la gobernanza del mundo apelando a un “orden internacional basado en el derecho y la legislación” que ellos mismos redactan, consienten y aprueban, la ‘personalidad criminal’ ha de recaer en la propia máquina inteligente -el dron- y no, por supuesto, atribuirla a los ‘humanos’ que deciden utilizarla como arma de guerra, o los centros de investigación militar o universitaria que diseñan el algoritmo que desencadena el disparo e ‘interpreta’ (no subjetivamente, sino automáticamente) o las empresas e industrias que los fabrican, justo para hacer eso y no otra cosa. De eso se trata: de exculpar a los Estados y estadistas que hacen las guerras, a la industria armamentística, a los equipos de investigación aplicada al uso militar, al comercio de armas y los lobbies empresa-políticos asociados…
En este debate mentiroso, hay quien dice que “solo estamos al comienzo de las pesadillas de Terminator” cuando, en aplicación del Derecho y el Orden internacional humanitario, no quepa otra a los pobres niños asesinados de Gaza que preguntarle a una máquina, ¿por qué nos has matado?
Sin embargo, las pesadillas de Terminator -la exculpación universal del desastre mortífero en que han convertido el planeta- hace ya mucho que están entre nosotros. Si no que se lo pregunten a los niños de Gaza, cuando el inteligente ojo del asesino interpretó su alegría como un desafío, merecedor de la muerte. Que el asesino no se equivocaba, queda demostrada por la impunidad que le otorgaron. Contra esta pesadilla, hemos de rebelarnos y mantenernos despiertos.