SINDICALISMO TRADICIONAL O RENOVADOR, UN DEBATE TRAMPOSO
Periódicamente surge en la CGT (antes en la CNT) el entretenimiento de que hay dos visiones sindicales dentro de la organización: la de un sindicalismo tradicional y otro sindicalismo renovador, visiones que luchan por imponerse para definir el anarcosindicalismo de ahora y del futuro.
Eso hace Gonzalo Wihelmi, inexplicablemente aún actuando como coordinador del Libre Pensamiento, en el número 382 del Rojo y Negro, correspondiente al mes de octubre, en el que publica una colaboración dentro de un espacio denominado “Ideas”.
Plantea el autor que conviven dos visiones en la CGT: un modelo sindical tradicional y otro modelo sindical renovador; los caracteriza a ambos y contrapone lo que él considera sus rasgos más señalables y, aunque parezca ser equidistante entre ambos planteamientos, la simple exposición de las supuestas diferencias entre uno y otro son favorecedoras clara y tendenciosamente para el sindicalismo renovador, por lo que deduzco que su llamamiento a un entendimiento entre los partidarios de uno y otro es meramente retórico.
Tengo que decir que este planteamiento, esquemático y estructurado como si fuera una clasificación entomológica, es difícil de sostener. La CGT tiene múltiples facetas en su concepción y funcionamiento, seguramente tantas como militantes actúan hoy organizados en ella y catalogarlos como “tradicionalistas” o “renovadores” lo que hace es simplificar la organización de una forma tan reduccionista que no resiste ni un embate. Pasaré a continuación sobre los apartados que expone para opinar sobre ellos.
Prioridad de la acción sindical
Para Wihelmi, en el modelo tradicional, la acción sindical está “orientada a las trabajadoras más organizadas y estables”, mientras que el renovador lo está “a las trabajadoras más precarias y menos organizadas”. ¿Qué sindicalismo se practica en la CGT? Decir que abandona la lucha contra el trabajo precario no es una afirmación ni justa ni válida y esa lucha la está llevando a cabo sin dejar de hacer llamamientos a la organización de los trabajadores más estables, a los que intenta representar. Está claro que la CGT no prioriza una acción sindical sobre otra; simplemente, lo que hace responde a su propia realidad y composición.
Estrategia sindical
El modelo tradicional “se basa en movilizaciones de la CGT sola con el objetivo principal de lograr visibilidad mediática. Que las siglas salgan en la tele.”, mientras que en el renovador, “el objetivo de las manifestaciones es lograr mejoras concretas. Para ello suele ser necesario confluir con otras organizaciones.” Esta visión es tan miope, que, de ser cierta, llegaríamos a la conclusión de que la CGT practica un sindicalismo claramente renovador, ya que muchas, muchísimas, movilizaciones las realizamos con otras organizaciones. Sin embargo, también es verdad, que efectuamos actos en solitario, en los que manifestamos claramente nuestra personalidad y que no huimos de que nos saquen en la tele ¿significa esto que practicamos un sindicalismo tradicional?
Feminismo
Describe al sindicalismo tradicional como un modelo en el que “no hay lugar para grupos de mujeres feministas dentro del sindicato”, mientras que en el renovador “Las mujeres de CGT tienen derecho a organizarse en sus propios grupos feministas […] y llevan al sindicato las propuestas del movimiento”. Para Wihelmi, las propuestas orgánicas deben venir desde fuera de la organización y a través de grupos organizados. Evidentemente, estas apreciaciones chocan con la esencia y funcionamiento básicos de nuestra organización y sus Estatutos, en la que las propuestas nacen de abajo arriba, respetando la estructura acordada y anulando la posibilidad de que grupos de presión creados al margen de la organización -aunque sean de dentro de la misma- influyan en nuestras decisiones, que deben ser tomadas en las asambleas de los sindicatos, sin diferencias entre la afiliación.
Debate interno
Es necesario recordar en este momento que Wihelmi está hablando de la CGT y no del sindicalismo en general. Para él, en la CGT tradicional “el debate ideológico o estratégico no suele traer nada bueno, porque se considera que debilita la estructura del sindicato y provoca divisiones. Las posiciones se definen desde arriba y una vez que se ha pronunciado el órgano superior o las personas con mayor liderazgo, el debate se acaba.” En la CGT renovadora “para que exista debate tiene que haber posiciones diferentes y garantías de no sufrir represalias para quien exprese una posición diferente.” No sabemos a qué clases de garantías se refiere, pero quizás quiera decir que el incumplimiento reiterado y contumaz de los Estatutos no está lo suficientemente tolerado. Por otro lado, decir que en la CGT actual las posiciones se definen desde arriba es casi un insulto para la militancia anarcosindicalista.
Nuevas realidades laborales
Afirma el autor que en“el modelo tradicional prioriza […] que los nuevos sectores no modifiquen el reparto de poder interno, aunque esto dificulte la acción sindical.”, mientras que el modelo renovador “defiende la interpretación flexible de los estatutos, para encontrar la mejor organización para la acción sindical, ya sea en coordinadoras o con otras formas.”. Por si no es suficientemente lamentable formular un análisis orgánico basado en un supuesto reparto del poder, Wihelmi afirma que no se permiten coordinadoras u otras forma de organización. Esto es una falsedad tan manifiesta que no necesita más explicación. Lo que pasa es que quizás quiera defender no una interpretación flexible de los estatutos confederales, sino unos estatutos a la carta, en los que los más influyentes hagan de su capa un sayo y se fomenten los reinos de taifas y los chiringuitos por encima de las estructuras que hemos acordado en los congresos.
Relaciones con otras organizaciones
Vuelve Wihelmi a retorcer la realidad afirmando que la CGT tradicional “debe hacer valer su mayor tamaño a la hora de relacionarse con otras organizaciones […] para que quede claro el liderazgo de la CGT.”, mientras que para los que defienden el modelo renovador “se buscan relaciones de igual a igual con el resto de las organizaciones sindicales y sociales para que las alianzas sean positivas [para] todas las organizaciones y no solo refuercen a la CGT.” Nuevamente niega la generosidad de nuestra organización en todas aquellas movilizaciones en las que ha participado con otras organizaciones y olvida la obligación y necesidad de que nuestra organización mantenga su personalidad ideológica y filosófica. La CGT se ha de hacer valer por sí misma y nadie ajena a ella va a defender sus postulados y aspiraciones si ella no lo hace. Por ello, diluirse en movilizaciones sin otro criterio que la coincidencia coyuntural en un lema o en una consigna es un error que pagaremos, que estamos pagando ya muy caro. Si no defendemos nuestros postulados, otros hablarán por nosotros, sea un partido político o un poder económico hostil a los que les podamos interesar eventualmente.
Todo se puede cambiar
El reduccionismo de Wihelmi, restringiendo el sindicalismo a dos posiciones orgánicas diferenciadas, nos conduce a a una dicotomía falsa y simplista, nos obliga a reconocernos “tradicionalistas” o “renovadores”, a alinearnos con una de los dos supuestos modelos sindicales y a la formación de banderías dentro de la CGT, banderías que nunca fueron solución para resolver ninguna cuestión que se nos haya presentado.
El que Wihelmi llama sindicalismo tradicional de la organización lleva cambiando desde su fundación. Es evidente que no somos la misma federación sindical que hace 113 años, cuando el Congreso de Bellas Artes de Barcelona. Y seguiremos cambiando a medida que lo haga la sociedad y el interés de la clase obrera, pero estos cambios no pueden ser a costa de la personalidad más profunda de la confederación. El federalismo, la acción directa, la toma de decisiones de abajo arriba, el asambleísmo sindical, la forma en que en los congresos acordamos organizarnos y funcionar no se pueden dejar a un lado ni saltarse a la torera. Así, cualquier renovación a costa de estas señas de identidad deberá fracasar o supondrá el hundimiento de la CGT. Y esto no podemos permitírnoslo.
Me parece muy interesante lo que escribe el compañero sobre la diversidad de almas, pero como siempre en estos casos, lo que se debería discutir son datos
Me faltan datos sobre actuaciones que le llevan a hacer esas apreciaciones para que, así, se pudiera contestar con datos y los lectores pudiéramos sacar conclusiones = )
No sé si viene al caso pero yo veo algunas grandes diferencias entre la CGT actual y la que ayudé a conformar, compartidas compartidas con la compañera Antonia Fontanillas cuando venía visitarnos.
Cada vez más, los sindicatos van pareciendo oficinas. Cada vez más, se estructura mas sobre el peso de quienes tienen cargos de gestión o representación en las empresas y sobre todo en quienes ostentan liberaciones, acomodando el funcionamiento del sindicato a los horarios de estos y convirtiendo las reuniones orgánicas en reuniones de delegados, desplazando de los órganos de participación a la militancia, es decir a quienes fuera de sus horas de trabajo quieren participar de la vida del sindicato.
También creo que va desapareciendo los órganos de participación y debate y se limitan a tener órganos de decisión cuatro días antes de una asamblea, que además solo se convoca cuando hay un comicio superior y hay que llevar acuerdos.de sindicato. Creo además, que esto último es la consecuencia de aceptar que las ponencias de los sindicatos no emanen de acuerdos dentro de los sindicatos, sino de personas afines de cualquier rincón de Iberia, que suman sus firmas para presentar una ponencia.
Añadiría muchas cosas más, pero creo que estos ejemplos bastan para ilustrar el declive del carácter anarcosindicalista de muchos sindicatos que componen la CGT.
José Antonio, desde tu punto de vista, qué há cambiado en la sociedad para qué se produzcan esos cambios?