NI NACIONALISTA NI INDEPENDENTISTA
(1ª Parte)
Este año, desde nuestra organización –la Confederación General del Trabajo-, se está conmemorando con numerosos actos y actividades el centenario del asesinato de Salvador Seguí i Rubinat, una de las figuras más destacadas que ha tenido el anarquismo español a lo largo de su historia. Hace unos meses tuvo lugar en Barcelona varios homenajes a nuestro compañero asesinado por la patronal. Desde la Fundación Salvador Seguí, vinculada a la CGT, se editó un libro y también un libreto que resumía la vida y obra de este irrepetible anarcosindicalista, desde su nacimiento hasta su muerte, pasando por las fechas más señaladas de su actividad sindical. Hemos leído atentamente este libreto, sobre todo la parte final, donde se sintetiza mucho (demasiado) el “pensamiento” de Seguí.
Nacido en el seno de una familia humilde de Lleida, el 23 de septiembre de 1887, a los dos años de vida se trasladó a Barcelona con su familia. Era algo habitual entre el campesinado, una salida para poder sobrevivir marchándose a núcleos urbanos más grandes.
Salvador crecerá en Barcelona. Allí asistió durante poco tiempo a la escuela, por eso todo lo que aprendió a lo largo de su vida fue de forma autodidacta, “devorando libros” en las bibliotecas obreras y ateneos. Empezó a trabajar con tan solo 10 años como aprendiz de pintor, oficio al que se dedicaría toda su vida, y con 15 años ya participaba activamente en acciones, mítines, conferencias y tertulias. Participó en el Congreso constitutivo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en el año 1910. A la edad de 30 años, Seguí ya era conocido por ser un excelente orador. Son los años del “pistolerismo”, el terrorismo estatal y patronal contra los obreros organizados. La CNT y sus militantes constituyen el principal objetivo para estos asesinos a sueldo del Estado.
A principios de 1919, Seguí tendrá un papel destacado en la huelga de ‘La Canadiense’. Tras 44 días de paro, donde la actividad en la ciudad de Barcelona se frenó casi por completo por la masiva participación de los trabajadores en el mismo, se consiguen reivindicaciones importantísimas para los obreros, entre las que se encuentra la jornada laboral de 8 horas.
Pero la peor etapa del “pistolerismo” se sitúa entre 1919 y 1923. Durante esos años Salvador también sufrirá varios intentos de asesinato, aunque él mismo admitía que no sentía miedo a morir a causa de su actividad sindical, lo tenía totalmente asumido. La banda de pistoleros estaba coordinada por el comisario de policía Manuel Bravo Portillo. También el general Severiano Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, se encargaría de perseguir a los obreros más destacados de la ciudad entre 1920 y 1922, considerando que las ideas anarquistas debían ser eliminadas por el bien de la sociedad. Se ayudó del jefe de la policía de Barcelona, el general de brigada Miguel Arlegui Bayonés para esta “labor de limpieza”.
Un 10 de marzo de 1923, sobre las 19:00 horas, los asesinos de Seguí consiguen su objetivo. Le disparan por la espalda entre las calles de La Cadena y la de San Rafael, en el barrio del Raval de Barcelona. El ‘Noi del Sucre’ muere en el acto, pero su compañero Francesc Comas Pagés (‘Peronas’) resulta gravemente herido. Moriría unos días más tarde al no poder recuperarse de sus heridas. Se averiguó que la patronal había pagado una importante suma de dinero a sus asesinos.
La muerte de Salvador Seguí conmocionó a toda la clase trabajadora, pero también a gentes de todo tipo. Era muy conocido y despertaba tanta admiración como rechazo. Su desaparición fue, sin duda, un durísimo golpe en unos momentos donde él mismo tenía por delante toda la vida, una vida al servicio de ‘La Idea’ junto a la de numerosos compañeros y compañeras que trataban de defenderse de situaciones injustas para cambiar, o al menos mejorar, la realidad de miles de obreros y obreras, campesinos y campesinas.
A pesar de que la historia está ahí para quien quiera conocerla, no es la primera vez que el nacionalismo se intenta apoderar de símbolos muy potentes –que no le pertenecen por ser de otras corrientes de pensamiento, opuestas incluso-, para sus propios intereses. También lo hacen formaciones benévolas con el Estado, como Podemos o Izquierda Unida. Hace no mucho, con motivo de un 8M (aclaremos que es el “Día de la Mujer TRABAJADORA”, porque hay quien afirma en Plenarias Confederales que solo es el “Día de la Mujer”, metiendo a las enemigas de clase también en el mismo “saco”), el Ministerio de Igualdad (PODEMOS) homenajeaba a Federica Montseny con un mensaje subliminal determinado por el fondo “morado” de la imagen…
Comisiones Obreras (CC.OO.) tampoco se cortó desde algunos de sus perfiles en redes sociales…
Ni las páginas dedicadas a difundir la “bondad” del Estado durante la II República…
También vimos cómo se realizaba una burda comparación de la figura del anarquista y militante del MIL, Salvador Puig Antich (asesinado brutalmente, tras un montaje policial, por el régimen franquista en 1974) con la del ex alcalde de Girona, Carles Puigdemont, -el mismo que ordenaba colocar, durante su etapa de regidor de esta ciudad, candados en contenedores de basura para impedir que personas sin recursos buscaran en ellos algo que pudiera servirles-.
Puig Antich y Puigdemont: la historia de una comparación odiosa
La indignación en nuestra casa fue importante. Las compañeras de la Federación Local de Barcelona remitieron al vocero Rojo y Negro el siguiente texto:
Retirada inmediata del cartel de la exposición «De Puig Antich a Puigdemont»
Y las compañeras de La Distri, de CGT País Valencià i Múrcia, realizaron también una crítica diseñando este excepciona cartel…
(Continúa la próxima semana en ‘La Campana’).