UN GOBIERNO QUE SILENCIA SU APUESTA POR EL GASTO MILITAR
Un tramo más de agenda política que se oculta:
Una investidura en la que los actores [izquierda y derecha, progresistas y fachitas, nacionalistas de pro y periféricos, diversos y unitarios] todos a una, mano a mano, credo a credo [juntamente con los medios tertulianos que cacarean sus virtudes] ocultan la brutalidad criminal de los pactos a que llegarán en los asuntos de la guerra, en la producción, comercio y uso del armamento militar, inevitable y fatalmente sangriento.
Las conclusiones del último informe del Grupo Antimilitarista Tortuga (GA Tortuga), sobre el patrocinio del militarismo y los gastos militares decididos por el gobierno español en los últimos ocho meses, resultan tan esclarecedoras de la verdadera naturaleza del gobierno (de todo gobierno bajo la égida del Estado y el Capital, unidos) como dramáticas.
El Informe confirma la deriva militarista y pro-bélica del gobierno español, tal como demuestra el incremento del dinero destinado al Ministerio de Defensa en los Presupuestos Generales del Estado. Según el texto aprobado por el Congreso en diciembre de 2022, Defensa es el Ministerio que más crece en 2023, un 26%, al pasar de 10.152 millones en 2022 a 12.825 millones este año.
Según describe el estudio de GA Tortuga, desde enero de 2023, el Gobierno español ha comprometido nada menos que 16.800 (16.868,28) millones de euros en gastos militares, más de un 1.5% del PIB, una cifra tres veces superior a la que maneja anualmente el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y equivalente a la suma de los presupuestos aprobados de los ministerios de Agricultura, Cultura, Igualdad, Política territorial, Universidades, Presidencia y Consumo.
“La cifra total es un descaro y un desprecio al sentido común: nada menos que 16.868,28 millones de euros, de los cuales una gran parte se ha destinado a compromisos de nuevas armas o a la injerencia militar, sin despreciar los dinerales (más de 900 millones) que se ha embolsado Defensa por desamortización de terrenos militares y otros negocios lucrativos y algo indecorosos”.
Finalidad de los gastos presupuestados y comprometidos: Más y más costoso (y más sangriento) armamento para el ejército y más dinero a las guerras de la OTAN y el imperialismo occidental
Atendiendo a la finalidad de los gastos comprometidos el Informe destaca el enorme compromiso a futuro adquirido por el gobierno actual en el rearme del ejército, con casi 13.000 millones de euros comprometidos en menos de un año en programas especiales de armamento y más de 1.400 millones más en modernización.
No se queda atrás el enfoque intervencionista de la política exterior, con un aumento del gasto presupuestario comprometido para operaciones militares en el exterior (unos 900 presupuestados en el ministerio de Asuntos Exteriores y en el de Defensa) en otros 1.401,85 millones de euros más y otros 600,75 que al menos hemos pagado directamente para alimentar la guerra de Ucrania.
“Con constancia y al parecer con entusiasmo creciente -señalan los portavoces del colectivo antimilitarista- el gobierno «de izquierdas» ha aprovechado la inmensa mayoría de los consejos de ministros y ministras del último año para alimentar el dragón insaciable del militarismo, ¡que no decaiga!, mientras nos contaban con la boquita de piñón el rollo del compromiso por la paz, lo de no dejar a nadie atrás y lo de la lucha contra el fascismo, pues de trolas va la retórica de dar con una mano lo que nos quitan con la otra.”
Gasto militar ‘oculto’ al público creyente, pero ‘transparente’ para la industria militar e imperialismos político-económicos de todo signo
Además el informe del Colectivo Tortuga también sirve para confirmar la existencia de un importante “gasto militar oculto”, ya que el Gobierno solo computa como gasto militar el del Ministerio de Defensa. Según el repaso de todas las reuniones del Consejo de Ministros desde enero hasta septiembre, es al Ministerio de Hacienda y Función Pública a quien corresponde la mayoría de las partidas militares, en concreto de más de la mitad, con 7.869 millones de euros comprometidos. La segunda posición corresponde al Ministerio de Industria, con 4.345 millones. En tercer lugar aparece el Ministerio de Defensa, con un gasto aprobado de 3.183 millones de euros.
El papel preponderante del Ministerio de Hacienda y el de Industria en el gasto militar se debe, según GA Tortuga, “a que es Hacienda el que autoriza los gastos extraordinarios y al abuso del fondo de contingencia”. La posición del Ministerio de Industria se explica porque es “quien financia, mediante créditos y chutes económicos a la industria militar, la compra de sistemas de armas encargados y comprometidos por Defensa”. Otros ministerios, como transporte, Agricultura, Transición ecológica, “que en teoría poco o nada tendrían que ver con la defensa militar, también evidencian la transversalidad del militarismo español”, sostiene.
Ni el periodo electoral, ni las siglas de los vencedores y vencidos, ni el gobierno en funciones ni este o aquél aspirante a ser investido en la cúpula política del Estado, afectan lo más mínimo al dispendio criminal.
Las elecciones políticas se celebraron en España el 23 de julio, tras las que queda el gobierno en funciones. Sin embargo, la apuesta de este Gobierno ‘en funciones’ por aumentar el gasto militar no se ha detenido en todo el verano, por supuesto con el silencio cómplice tanto de sus apoyos como de sus adversarios. (NOTA: Aviso de que, hágase quien se haga con la investidura, todos harán lo mismo en esta materia mollar del poder).
Según el Informe de GA Tortuga, desde el 24 de julio, el gasto militar comprometido por el Gobierno ha sido de 4.374 millones de euros, mil millones más de lo se dedica en un año al Ingreso Mínimo Vital. Dentro de este gasto, más de 3.500 millones se destinarán a programas de armamento. Otros 471 millones más se dedicarán a operaciones militares en el exterior.
Cabe preguntarse, ¿Cómo poner freno a este delirio criminal?
Mientras nos esforzamos en dar cabal respuesta movilizadora a esta pregunta, una cosa si sabemos, que lo primero es destapar, decir alto y claro, poner en la agenda pública y del debate social lo que ellos (los políticos institucionales de toda casta, pelaje y color) quieren ocultar.