SILVIO (Y LOS OTROS)
Año: 2018
Duración: 150 min.
País: Italia
Dirección: Paolo Sorrentino
Guion: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello (Historia: Paolo Sorrentino)
Música: Lele Marchitelli
Fotografía: Luca Bigazzi
Reparto: Toni Servillo, Elena Sofia Ricci, Riccardo Scamarcio, Kasia Smutniak, Euridice Axén, Fabrizio Bentivoglio, Roberto De Francesco, Dario Cantarelli, Anna Bonaiuto, Giovanni Esposito, Ugo Pagliai, Ricky Memphis, Duccio Camerini, Yann Gael, Alice Pagani, Caroline Tillette, Iaia Forte, Michela Cescon, Roberto Herlitzka
Paolo Sorrentino dirigió en 2008 Il Divo, sobre la caída del controvertido político italiano Giulio Andreotti, acosado por la corrupción y sus relaciones con la Mafia. Casi una década después y con varios éxitos internacionales en su haber, el director se aproxima a la figura de Silvio Berlusconi, otro personaje inusual que ha dominado la vida política italiana en las dos primeras décadas de este siglo. Silvio (y los otros) se estrenó en Italia en dos entregas (Loro 1 y Loro 2) y para su presentación internacional su director decidió unirlas en una sola película, recortando su metraje en casi una hora, lo que tiene como resultado un cierto desequilibrio narrativo en algunos momentos, pero no le resta interés.
La primera parte de la película se centra en las andanzas de un joven y atractivo hombre de negocios de provincias, Sergio Morra, cuya máxima ambición es dar el salto a la capital y al extranjero, para lo que el camino más rápido es llamar la atención del hombre más poderoso de Italia, Silvio Berlusconi. Con el fin de lograrlo, no repara en gastos y se suceden una serie de fiestas en las que se mezclan políticos, empresarios y prostitutas en una vorágine de sexo, drogas y todo tipo de extravagancias y excesos. Sus esfuerzos dan fruto y, tras alquilar una villa en Cerdeña junto a la del político, consigue contactar finalmente con él.
A partir de ese momento los excesos se frenan un poco, sin llegar a desaparecer, e Il Cavaliere pasa a ocupar el primer plano. Le han apartado del poder, tiene varias causas judiciales abiertas y la relación con su mujer hace aguas, pero él se niega a darse por vencido y sigue intrigando para recuperar el terreno perdido con la falta de escrúpulos que ha caracterizado toda su carrera empresarial y política. Ahora Sorrentino deja a un lado la imagen que Berlusconi se ha creado y cómo le ven los demás para tratar de adentrarse en la persona que se oculta tras la máscara.
El director se mantiene fiel a su estilo con una mezcla heterogénea de imágenes que van desde lo hiperrealista hasta lo onírico, siempre con un preciosismo visual que obliga a mantener la mirada en la pantalla por muy sórdido que sea lo que se está mostrando. También es habitual en las películas de Sorrentino el actor Toni Servillo, un actor camaleónico que borda su personaje sin caer en el histrionismo excesivo.
Muchos nos preguntamos cómo es posible que este tipo de personajes consigan manipular a tanta gente, anulando la razón e imponiendo su “verdad” de un modo arrollador, pero lo cierto es que siguen ahí. Por desgracia, a menos que las cosas cambien sustancialmente, los Berlusconis, Trumps y todos los de su calaña se multiplicarán como setas y seguirán triunfando por mucho que parezcan derrotados y acabados. No hay una respuesta, pero al menos películas como Silvio (y los otros) pueden ayudarnos a reflexionar sobre qué está pasando y cómo podemos hacerle frente