JORGE GUILLÉN
(1893, Valladolid – 1984, Málaga)
Del admirable poeta castellano Jorge Guillén, apenas queda su recuerdo en algunos. Sin embargo, su obra poética viene ejerciendo una influencia profunda y fértil en todas aquellas personas que le leen y repiten, en voz baja, sus poemas, cargados de sabiduría y lucidez.
En este poema, la vejez, superviviente, ha llegado al poeta, como a todos debe llegar y a todo llega siempre, personas, organizaciones, victorias, árboles, casas, heredad y al fiero perro que guarda, pero sólo con el fin -la muerte que ha de llegar a su hora y en su sitio, no al minero en la mina- estará la obra completa, entre tanto, sigue manando la fuente y ha de responderse al sol con nuevo aliento.
OBRA COMPLETA
Siempre he querido concluir mi obra,
y sucediendo está que la concluyo.
Lo mejor de la vida mía es suyo.
¿Hay tiempo aún de más? Papel no sobra.
Al lograr mi propósito me siento
triste, muy triste. Soy superviviente,
aunque sin pausa mane aún la fuente,
y yo responda al sol con nuevo aliento.
¡Dure yo más! La obra así se acaba.
Ay, con más versos se alzaría obesa.
Mi corazón murmura: cesa, cesa.
La pluma será así más firme y brava.
Como a todos a mí también me digo:
Límite necesario nos defina.
Es atroz que el minero muera en la mina.
Acompáñeme luz que abarque trigo.
Este sol inflexible de meseta
nos sume en la verdad del aire puro.
Hemos llegado al fin y yo inauguro,
triste, mi paz: la obra está completa.
Encontramos este precioso y lúcido poema en la biografía y breve antología de Jorge Guillén elaborada por Joaquín Caro Romero, para la editorial EPESA (Madrid, 1974)