CARLOS OROZA
(Viveiro, 1923 – Vigo, 2015)
El poeta recita (más tarde, será recogido en ediciones impresas) este acerado alegato contra la dictadura en los años sesenta del siglo XX, cuando la fiera policía, los tribunales de ‘justicia’ y los ejecutivos de postín de la tiranía continuaban impávidos ejerciendo su labor de prohibir el paso.
SE PROHIBE EL PASO
Se prohíbe adelantar la brisa hacia esta orilla
hay temor y se prohíbe el paso
se prohíbe el paso.
Atelaida está muriendo en el hombre en una tremenda muerte
dividida a la espalda del mundo
Se prohíbe el paso.
Atelaida está anidando su tisis -su grave tisis de silencio-
Se prohíbe el paso.
Las ruedas de la vida se sostienen en el aire
Se prohíbe el paso.
El grito de la libertad ha muerto intacto
las llaves de las cárceles de Atelaida están más allá de las fronteras.
Se prohíbe el paso al aire de nuestro pueblo.
El aire de nuestro pueblo cayó en un punto de eternidad en la frontera
como un peso de niño de extrañas avenidas.
Semáforo ¡Cuidado!
Hay temor y se prohíbe el paso
aquí se le cortó la gracia al viandante
el reflejo de una bayoneta rompe las alas de un pájaro
un pez se suicida en el aire.
Se prohíbe el paso.
Un niño temeroso y triste pasa
pasa con sus dos vidas entre el hombre
es el rostro de un pueblo que se limpia con el gesto del tiempo.
Se prohíbe el paso.
En esta avenida se celebra el crimen cada año
y desfilan los héroes achatados con sus laureadas y sus zapatos de pisar niños.
Se prohíbe el paso.
En este trozo de mundo se sientan los santos y los obispos,
los místicos y los asesinos.
¡Todo el gran grito de la contrición!
La reserva moral de treinta y tantos años
los inquisidores y los tiranos de entonces y los verdugos actuales.
Recogemos esta versión del poema ‘Prohibido el paso’ en el libro antológico “Évame” de Carlos Oroza, editorial Elvira (Vigo, 2023).