Editorial

Decíamos en el editorial de la semana pasada que este año, en el que se conmemora el 100 aniversario de la muerte de Pedro Kropotkin, es el momento oportuno para que nuestro sindicato reitere el reconocimiento de la impagable deuda que tiene contraída con Kropotkin.

Sin su ejemplo -decíamos- el Sindicato Único de Trabajadores “Solidaridad Obrera” (SUTSO) de Pontevedra, no sería lo que hoy es, ni habría llegado hasta aquí, tratando de guiar su acción sindical, funcionamiento orgánico y lucha social hacia el comunismo libertario bajo los principios de solidaridad y apoyo mutuo, igualdad, acción directa y autogestión comunal, que Kropotkin nos entregó. Y añadíamos “quede para otro editorial [el presente] la enseñanza recibida de Kropotkin en relación al comunismo libertario, que figura también en nuestros estatutos como objetivo central y finalista de la acción sindical del SUTSO de Pontevedra, federado en la CGT”.

En la historia del movimiento obrero internacional fue Kropotkin uno de los artífices y promotores más influyentes del concepto de ‘comunismo libertario’. Gracias a Kropotkin una parte importante del movimiento obrero -entre ellos los anarcosindicalistas- pudo apreciar que el riesgo de que sus ideales de lucha y acción colectiva -una sociedad sin clases, en la que no cupiese la explotación de unos seres humanos por otros- no diese el fruto esperado era real y su amenaza presente. Alertó Kropotkin, sobre que esta posibilidad amenazante pudiese terminar reproduciendo el autoritarismo y la fractura social entre clases no se agazapaba tan solo en la falsa identificación de propiedad estatal con la propiedad colectiva (la propiedad estatal es en definitiva propiedad privada, enajenada a la población) o en la funesta ilusión de que un Estado pudiese representar la libertad y la igualdad, siendo como necesariamente y fatalmente es: jerárquico en su estructura, desigual respecto de la toma de decisiones y coactivo en el ejercicio diario de su función histórica.

A partir de Kropotkin, la historia del Comunismo libertario será́ la del esfuerzo colectivo de los trabajadores, unidos en la lucha solidaria por idear primero y llevar a la práctica después, aquella sociedad comunal en la que no quepan ni la explotación humana ni la tiranía y el dominio de unos sobre otros.

Aunque los anarcosindicalistas españoles, agrupados a partir de 1910, en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de la que el SUTSO de Pontevedra y la CGT se consideran herederos, venían asumiendo desde sus inicios como la mejor expresión de su ideal el ‘Comunismo libertario’ kropotkiniano, sabiamente esperaron más de 25 años para redactar y aprobar el dictamen sobre “Concepto confederal de Comunismo Libertario” (Congreso de Zaragoza, 1936), esto es, en el momento en que todos consideraban la revolución social como una posibilidad inminente. Fruto de ese dictamen, fue la extraordinaria obra constructiva de los anarcosindicalistas españoles entre 1936 y 1938, plasmada en las Colectivizaciones y Comunas, principalmente de Aragón, Cataluña y Valencia.

En el II Congreso Extraordinario de la CGT (Madrid, 1991), en el que se abordó la actualización de los Estatutos confederales, el SUTSO de Pontevedra presentó una ponencia completa sobre este punto del orden del día, al considerar que “los Estatutos deben expresar aquello que define nuestro ideario anarcosindicalista y lo conforma en una estructura orgánica absolutamente acorde con esos ideales: solidaridad, federalismo, autogestión y acción directa, sin intermediarios”. En el art. 2º de la ponencia del SUTSO, se recogía la mención expresa del “comunismo libertario” como meta a alcanzar por la acción colectiva, al aunar los conceptos de igualdad social y económica con los de la libertad individual y colectiva.

Esta situación y defensa por el sindicato pontevedrés del ‘comunismo libertario’ se reprodujo en una nueva ponencia ante el XVI Congreso de la CGT (Málaga, 2009), defendiendo la necesidad de dirigir el esfuerzo de la clase trabajadora a “no cejar en la lucha hasta la abolición de todos los privilegios, de toda explotación y de toda forma de opresión”.

Entre la sociedad comunista libertaria que propugna el SUTSO de Pontevedra y la CGT y este tiempo que nos toca vivir, no hay otra fractura que la que representa la resistencia de la injusticia a desaparecer. Pues el espacio histórico que mediará entre el hoy y el mañana comunista libertario, por más lejos que parezca situarse, está definido por nuestra movilización, tal como la intuyó Kropotkin, por la “práctica del apoyo mutuo y de la solidaridad entre los trabajadores, así como la defensa de sus intereses socioeconómicos inmediatos”, por las plataformas reivindicativas que, en cada momento histórico y ahora mismo, dan cuenta de las inquietudes más sentidas de los trabajadores, de las exigencias sociales más urgentes y de las necesidades humanas emergentes.

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