VII Época - 10

Editorial

Te han sitiado corazón
y esperan tu renuncia.
Los únicos vencidos, corazón,
son los que no luchan.
No te entregues, corazón libre.
No te entregues.

Rafael Amor

A partir de 1948, la historia de la región Palestina es la dramática historia de una doble confrontación todavía inacabada.

A un lado, la instalación en la región de un naciente Estado de Israel a expensas del despojo y expulsión violenta de sus habitantes originarios. Para conseguirlo, El Estado de Israel, ayudado y financiado por las potencias occidentales (EE UU y la UE, sobre todo) y demás secuaces de las elites del capitalismo mundial, lleva a cabo su acción destructiva y homicida al Por Mayor, el genocidio y terror masivo fríamente ejecutado sobre millones de personas.

Al otro lado, la dramática resistencia a tan brutal despropósito del pueblo palestino, prácticamente indefenso y pobre, rebelde y ardiente desde la pobreza y contra la pobreza, insumiso desde la humillación y contra la humillación, valiente y sublevado desde la violencia insumisa contra la violencia inmensa del opresor.

Para construir la Impunidad de los crímenes de Israel y criminalizar las acciones insurgentes del pueblo palestino, la hez mediática del mundo (y de España en particular) aplasta la inteligencia humana, sin importarle usar un doble rasero y una coartada político ideológica infame: la usurpación del vocablo “terrorismo”, poniéndolo al servicio de los Estados más belicosos. Todo ello, bajo la falacia universal de que el “terrorista” (enemigo) es siempre el culpable “pues su rebeldía no nace de su insufrible opresión sino de su maldad”.

El Estado de Israel se inició en 1948, cuando la ONU, tras ignominiosa votación mayoritaria, le adjudicó en Palestina como propio un territorio, que habría de arrebatarse a sus habitantes palestinos. Con aquella injusta decisión (recordada entre los palestinos cada 15 de mayo como la Nakba, el Día de la Catástrofe) comenzó́ el éxodo y expolio de millones de palestinos, que continúa hasta hoy. A partir de aquí fue la fría lógica histórica lo que determinará el destino aciago de millones de personas palestinas y que arrastra a gran parte de la población israelí́ a comportarse del mismo modo horrendo que los nazis asesinos de sus abuelos.

Los crímenes de lesa humanidad y genocidio que ahora mismo está cometiendo Israel contra el pueblo palestino, representan un episodio más -no el único, pero quizá si el más brutal en su siniestro alarde y descaro- de la barbarie ejecutada por los sucesivos gobiernos de Israel a lo largo de los últimos 75 años.

Sin embargo, esta sostenida actividad genocida no sería posible, sin que los responsables no ofrezcan una coartada ideológica que los justifique, tanto ante la propia sociedad israelí -ciega y sorda, ante lo que hace, como lo pudo ser la alemana respecto del Holocausto- como ante las sociedades que han de otorgarle el favor de la impunidad. Esta función la cumple, con notable éxito la cantinela de que todo lo que sucede empezó y es culpa del “terrorista” de turno. Hoy, representado en Gaza por Hamás, como ayer, lo habían sido, la OLP o el Frente Popular Palestino o cualquier niño que levantase una piedra frente al soldado.

Es bien sabido que no hay una definición internacional de “terrorismo”, ni fijada por la ONU ni por nadie. Todos los intentos realizados en ese sentido -y fueron muchos- siempre fracasaron, derrotados por la lógica inherente a un mundo cribado de antagonismos e intereses, de guerras y conflictos armados.

Ante esta evidencia, en cada país se elaboraron listas privadas en las que incluir a los grupos que sus gobiernos consideraban ‘terroristas’. Así para los racistas sudafricanos, Mandela y sus compañeros eran terroristas, como lo habían sido los combatientes vietnamitas para EE UU, o los héroes de la lucha anticolonial argelina para la Francia colonial o lo habían sido los cinco anarquistas asesinados legalmente en Chicago en 1886 por luchar por la jornada máxima de ocho horas … todos ellos, terroristas.

Siguiendo esta misma pretensión, los países con ínfulas imperiales, neo-coloniales o hegemónicas, como EE UU, Gran Bretaña o la Unión Europea, elaboraron sus propias listas de “terroristas”. Ahora ya no solo de sus ‘terroristas caseros’ sino de aquellos que ponían en peligro o se levantaban contra sus intereses -geopolíticos, económicos o ideológicos- en cualquier lugar del mundo. Y a partir de aquí, pusieron en marcha todo el mecanismo del control de la (des) información y propaganda que ponen a su disposición las grandes corporaciones mediáticas. No será por sus actos de violencia o barbarie homicidas por las que un grupo pase a incluirse en la lista de “terroristas” -que en esto no se pueden distinguir, salvo por su pequeñez y debilidad, respecto de las perpetradas por los Estados que los condenan- sino porque sus actos se correspondan o no con los intereses privados de las grandes potencias.

Esto es lo que ocurre con Hamas, considerada actualmente como un grupo terrorista por varios países como EE UU e Israel, pero no por otros muchos países, como Turquía, Brasil, Rusia, China, Noruega, Suiza que consideran a Hamas como una organización política y militar palestina, que ganó democráticamente las elecciones en 2006 por mayoría absoluta. En cuanto a la Unión Europea, consideró a Hamas un grupo terrorista en 2003, coincidiendo con la decisión de Hamas de participar en las elecciones políticas en Palestina, aunque esta decisión está apelada y el fallo pendiente del análisis del Consejo de la UE.

Pasará este genocidio, los crímenes de lesa humanidad probablemente quedarán impunes y por enésima vez, Israel tratará de imponer la Paz en la zona. Su Paz, hecha de apartheid, asesinatos, racismo, alambradas, matanzas, muros, asedios, expulsiones, campos de concentración, torturas y palestinos presos … No obstante, esa Paz será la incubadora de la nueva sublevación del ‘terrorista’ palestino, con este o con cualquier otro nombre … y, con ella, nuestra solidaridad y grito por la libertad de Palestina, que es la garantía de nuestra propia libertad frente a la infamia de los poderosos, constructores de cárceles y apartheid.

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