URANIA MELLA / 1

tocando contra la guerra y el fascismo
en tu piano de paz, pan y solfeo …

Urania Mella era hija de anarquistas. Su madre, Esperanza Serrano, era hija de Juan Serrano Oteiza, conocido anarquista madrileño y fundador de la Revista Social y su padre, Ricardo Mella, el anarquista vigués de prestigio internacional. De ambos recibió una esmerada educación basada en el ideal laico, la solidaridad social revolucionaria y el anhelo de la libertad como el mayor bien a defender. Sin embargo, llegada a la edad adulta, aún manteniendo vivos tanto el compromiso de la acción social en favor de los oprimidos como aquellos principios emancipadores defendidos por sus padres y abuelo, la joven Urania desconfió de la posibilidad real de lograr una sociedad justa y libre con el rechazo a cualquier poder político, inclinándose más por favorecer una autoridad republicana y socialista que los proclamase y ejerciese en favor del conjunto social.

Mujer muy culta y comprometida socialmente, estudió Bellas Artes en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo, ejerciendo muy pronto como maestra de piano. Desde muy joven gran parte de su militancia social en la defensa de los derechos y por la emancipación de las mujeres, empezando muy temprano enseñando a leer a las mujeres analfabetas y niños sin escuela del barrio de Lavadores, para continuar en esa labor, primero como miembro de la organización Socorro Rojo Internacional y después, por breve tiempo, como presidente de la Unión de Mujeres Antifascistas (UMA).

En 1936, Urania Mella estaba casada con Humberto Solleiro Rivera, sindicalista ferroviario de la UGT, empleado en Tranvías Eléctricos de Vigo y presidente del Ateneo Deportivo y Cultural de Lavadores, con quien tenía tres hijos, Raúl, Alicia y Conchita.

Nada más estallar el levantamiento militar de 1936, entre los días 18 y 28 de julio, tuvo lugar en la ciudad de Vigo un violento enfrentamiento entre el ejército sublevado y las milicias obreras y republicanas, espontáneamente unidas ante el peligro de una victoria fascista.

El 20 de julio la práctica totalidad de los miembros del Comité del Frente Popular habían sido ya detenidos por los militares alzados (serán fusilados en el Cementerio de Pereiró, apenas un mes más tarde). Por esta razón, el bando ‘republicano’ resistente en los próximos días estará de facto dirigido por los responsables de la CNT, que pocos días antes se habían ofrecido al Comité para defender la ciudad ante el golpe inminente, pidiendo armas con las que poder defenderse. El alcalde, el socialista Emilio Martínez Garrido, se negó dado que confiaba en la palabra del comandante de la guarnición. A partir de ese momento, la resistencia al fascismo quedó bajo la dirección protagonista de Guillermo Barros, representante de las Juventudes Libertarias y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI); Dalmacio Bragado, coordinaba la CNT y Fernando Román Rodríguez, destacado sindicalista de la CNT, que básicamente coordinaba las barricadas.

Urania y su esposo Humberto se incorporaron inmediatamente a la lucha intentando defender el barrio de El Calvario con las pocas armas y munición incautadas tras el asalto por las milicias populares a la armería La Cosmopolita y al Cuartel de la Guardia Civil de Teis. La ‘batalla de Vigo’ -así se conoce este episodio de la guerra civil en nuestra provincia- se saldará con la victoria del fascismo franquista y más de 50 muertos en ambos bandos, además de cientos de heridos y prisioneros y un elevado número de huidos, fuese a la zona todavía Republicana, incorporándose al maquis o en algún refugio clandestino.

Tras la derrota, Humberto y Urania huyeron a Redondela. Con toda probabilidad influidos (y engañados, más o menos conscientemente) por la familia paterna, conservadora y católica, implicada en el apoyo al levantamiento de los militares contra la República, el matrimonio se entregó a las nuevas autoridades.

Sometidos a Consejo de Guerra ambos serán condenados a muerte, pero la condena de ella fue conmutada por la de 30 años de prisión y arrojada a la cárcel de mujeres de Santurrarán en Guipúzcoa, de la que sólo fue liberada un mes antes de su muerte; no así la de su marido, que fue fusilado el 30 de octubre de ese mismo año. De todo ello, hablaremos en la próxima hojita genofontiana.

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