CONTROVERSIAS ENTRE AMIGOS
Cuestiones de suma (o poca) importancia
Antípodo y Odopitán son dos amigos anarcosindicalistas y campaneros. Cada lunes los encontramos en el local del sindicato pontevedrés enzarzados en fraternales discusiones.
Odopitán – Hola, Antípodo. Llevamos conversado sobre este tema muchos días y tengo la impresión de que no aprecias la gravedad de Covid-19 y, además, consideras inadecuadas las medidas adoptadas por el gobierno. Pareces un “negacionista”.
Antípodo – No digas majaderías. Nada niego, ni tampoco nada afirmo, por ‘fe’ o simple ‘creencia’ y, mucho menos, ofrezco mi ‘confianza’ a cualquier ente, sea divino o humano, directamente relacionado con el poder. Sencillamente trato de entender lo que ocurre a mi alrededor, sin dejarme arrastrar por las variopintas ocurrencias que nos imponen la clase política española y sus palmeros mediáticos.
Odopitán – ¿Imponen? La inmensa mayoría de los ciudadanos parece apoyar, sino exigir, esas medidas, por más que resulten penosas de seguir.
Antípodo – Quizá sea como dices. No discutiré hoy sobre los principios de la “Servidumbre voluntaria” o sobre el papel de la “propaganda” (seductora o criminalizadora) en la construcción de una opinión pública ‘mayoritaria’ favorable incluso a las ideas más descabelladas de los poderosos. No faltan trágicos ejemplos en la historia.
Odopitán – Es cierto lo que insinúas respecto del manejo de las “masas”, despojadas de libertad y entendimiento, que han llevado a cabo en el pasado ciertas doctrinas políticas: nacionalismos varios, nacionalsocialismo, fascismo, dictaduras de todo pelaje. Pero no creo que éste sea el caso actual, cuando estamos en democracia y rige la libertad de expresión y contestación pública.
Antípodo – ¿En el pasado?, dices. Hace tiempo que en España, habiendo, eso sí, democracia y rituales electorales, no hay verdadero debate público sobre ningún problema decisivo, por real y dramático que sea. Mucho menos, lo hay en esta ocasión respecto del monotema mediático de la ‘pandemia’. Así que mejor dejemos para otro día esta cuestión de fondo que planteas -la naturaleza y características de la democracia representativa actual, vigente en la mayor parte del planeta, de EE UU a España, en el que 24.000 personas mueren cada día de hambre y más de 2.500 millones malvive, malsufre, en la absoluta miseria.
Odopitán – Vale. Charlaremos otro día de esa peliaguda cuestión. Retomemos entonces el intercambio de criterios en relación a la epidemia y las medidas adoptadas. No siendo ni tu ni yo médicos, ni epidemiólogos ¿de dónde procede ese recelo tuyo tan manifiesto frente a las medidas que el gobierno está adoptando?
Antípodo – No hay que confundir los hechos o ciertos datos a los que apelan los gobernantes con las motivaciones reales que rigen su conducta. Sencillamente ocurre que las informaciones estadísticas que se ofrecen sobre la pandemia no justifican ni amparan, ni legitiman las decisiones que viene adoptando el Estado desde hace meses. Antes bien, muestran que lo que hacen o bien es profundamente irracional e insensato o bien lo hacen por otras razones ajenas al intento de frenar los daños de la epidemia.
Odopitán – ¿Eran posibles otras?
Antípodo – Evidentemente. De hecho, cada país adoptó las medidas que consideró oportunas, en todos los casos distintas y sin llegar en ningún caso al rigor extremo de control social, criminalización y amenaza punitiva impuestos por el gobierno español, sin que por ello sus poblaciones sufrieran una mortandad mayor, sino menor.
Odopitán – Aunque el virus sea el mismo la situación en cada país es desigual, tanto como son diversos los hábitos y costumbres de la población, la distribución demográfica, la calidad del sistema sanitario …, por lo que, necesariamente, las medidas para enfrentarse a la pandemia también han de ser distintas.
Antípodo – Entonces, ¿A cuál de esos factores responsabilizas tú el hecho de que, por ejemplo, en Cuba con una población de más de 11 millones (44 millones de España), densidad poblacional de 103 / km2 (en España, 93 / km2), hayan fallecido 108 personas afectadas por el Covid y en España más de 29.000?
Odopitán – No sé responderte. Quizá el éxito cubano sea el fruto de un conjunto de circunstancias favorables que desconozco, aunque según mis informaciones no hayan adoptado más que puntualmente y en lugares concretos las rigurosas restricciones que aquí se dictaron de confinamiento, paralización de la actividad productiva, cierre de escuelas, embozamiento general, deterioro de los servicios y atención públicas con la excusa de la digitalización o el teletrabajo, etc.
Antípodo – Mucho te cuesta reconocer lo que cada día es más evidente. Que en Cuba, como en otros muchos países, las autoridades responsables, sin descuidar la prevención, se preocuparon más de adoptar medidas estrictamente sanitarias que de ejercer un control y vigilancia punitiva absolutamente ineficiente en su objetivo declarado: la epidemia.
Odopitán – ¿A qué medidas sanitarias te refieres?
Antípodo – Por ejemplo: reforzar la atención personalizada al primer síntoma, aplicar en cada caso los mejores tratamientos terapéuticos de que se dispone, investigar la calidad y eficiencia de esos cuidados médicos y, sobre todo, no confinar y aislar sin hospitalización a grupos enteros en situaciones de riesgo (ancianos, pacientes de otras enfermedades o con el sistema inmunológico deprimido, etc), tal como se ha hecho aquí con tan graves consecuencias, según denunció Médicos SinFronteras.
Odopitán – Es indudable que las medidas dictadas o aplicadas de control social y preventivo a la población mayor y anciana, una gran parte de ella confinada y aislada, sin visitas, en Residencias públicas o privadas, no fue la más adecuada. Eso no te lo discuto. Pero de nuevo nos coge lo más vivo de la conversación cuando tenemos que irnos. Seguramente seguiremos debatiendo sobre esta situación que tanto nos pesa y duele.