CONTROVERSIAS ENTRE AMIGOS

Cuestiones de suma (o poca) importancia

Antípodo y Odopitán son dos amigos anarcosindicalistas y campaneros. Cada lunes los encontramos en el local del sindicato pontevedrés enzarzados en fraternales discusiones.

Odopitán – Buenas tardes, Antípodo. ¿Acudiste a alguno de los actos convocados en nuestra ciudad con motivo del 25 de noviembre?

Antípodo – ¿Te refieres a la celebración del “Día Internacional de la Eliminación de Violencia contra la Mujer”, según el acuerdo de 1999 asumido por la Asamblea General de la ONU?

Odopitán – Si, claro. Me refiero a la jornada “contra la violencia machista”, “contra la violencia de género”, “contra los feminicidios”, etc. En fin, una jornada de muchos titulares pero que en cualquier caso representan un grito unánime contra la violencia ejercida sobre las mujeres.

Antípodo – Pues en verdad, no. Ese día estuve intentando, infructuosamente, que algún grupo de personas ocupásemos los balcones y ventanas de edificios institucionales y gubernamentales o, al menos, los cubriésemos con paños negros de luto y carteles alusivos a la muerte ese mismo día de al menos ocho personas inmigrantes, tras volcar la patera en la costa norte de la isla de Lanzarote.

Odopitán – La urgencia de esa protesta social -por muy legítima e imperiosa que sea- no quita la necesidad ni la obligación permanente de la otra.

Antípodo – Tienes toda la razón. Más aún. A mi juicio, ambas situaciones -la dramática violencia que los estados ejercen en sus fronteras contra la inmigración por hambre y necesidad y la cruel agresión que unos varones llegan a ejercer sobre mujeres- comparten en muchos aspectos, causas, génesis, responsables y motivos.

Odopitán – Cierto, pero no son lo mismo, ni se pueden combatir del mismo modo.

Antípodo – ¿A qué te refieres?

Odopitán – Considero el patriarcado como el régimen universal que impone la subordinación de la mujer al hombre, lo que en última instancia deriva siempre en violencia del varón sobre la mujer. En cambio, la mortandad de emigrantes a las puertas de España y la UE está originada por políticas concretas de “Extranjería”, decididas por determinados gobiernos estatales.

Antípodo – De ninguna manera. Eso no es así. Instituciones sociales que están detrás de eso que tu llamas “patriarcado”; instituciones tales como la “propiedad” (esto es mío o nuestro y no de los otros) o la “desigualdad jerárquica” o la “demarcación territorial y simbólica del poder”, rigen desde hace muchos siglos esos comportamientos de violencia y abuso.

Odopitán – Estás desviando el tema de mi pregunta inicial. ¿Participaste o no en los actos del 25N en Pontevedra?

Antípodo – Ya te he dicho que no. Pero ya que sacas el tema de nuevo. ¿A qué actos te refieres? Que yo sepa no se ha producido ninguna protesta social en nuestra ciudad, más allá de las pancartas institucionales en los balcones de la Xunta de Galicia, la sub-delegación de gobierno y el ayuntamiento o la iluminación violeta de las fachadas de edificios oficiales o la proliferación de carteles y lonas en árboles y farolas, también financiados por el Ayuntamiento o la Diputación o la lectura de un manifiesto contra las violencias machistas durante un Pleno de la Corporación municipal.

Odopitán – ¿Eso fue todo?

Antípodo – Pues no sé, pero tengo la impresión que eso fue todo. Es decir: los poderes políticos -local, autonómico y central- erigiéndose en los principales valedores -cuando no en los artífices-, de la protesta y movilización social ‘feminista’ que debería estallar por la situación de las mujeres en el orden vigente. Al menos en Pontevedra -¡sospecho que es igual en todo el país!- quienes vienen elaborando las consignas, definiendo los argumentos, financiando las campañas, controlando el lenguaje y dirigiendo de todos los modos posibles esta necesaria protesta y movilización. Esto es así, por más que la acusación debería estar dirigida en primer lugar contra ellos, como responsables de ese ‘patriarcado’ que citabas al principio.

Odopitán – Ya que no en Pontevedra, parece que en otras ciudades el alma de la protesta y la movilización la protagoniza el movimiento feminista y no los estamentos oficiales.

Antípodo – Quizá sea así. En todo caso, yo no soy ni me proclamo feminista. En multitud de cuestiones no participo de los argumentos, proclamas y reivindicaciones que exhiben las ‘feministas’, al menos de aquellas que protagonizan y hegemonizan ese variopinto movimiento.

Odopitán – Pero el machismo …

Antípodo – Alto ahí, ¡no sigas por ahí! Apúntame si quieres al ‘humanismo’ pues, con todo lo rancio que este término te pueda parecer, será siempre más noble y honrado que cualquier otro de exaltación de grupo particular.

Odopitán – Ya me explicarás eso de “humanista”, en contraposición a “feminista” …

Antípodo – Y a “machista”, “hembrista”, “virilista”, “neutrista” … Y, ahora, adiós, que es tarde y alguien me espera.

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