VI Época - 39

CONTROVERSIAS ENTRE AMIGOS

Cuestiones de suma (o poca) importancia

Antípodo y Odopitán son dos amigos anarcosindicalistas y campaneros. Cada lunes los encontramos en el local del sindicato pontevedrés enzarzados en fraternales discusiones.

Odopitán – ¡Vaya cisco se armó en el ‘debate’ radiofónico entre los candidatos a las elecciones a la Comunidad de Madrid!

Antípodo – Es envidiable la capacidad -profesionalidad y eficacia para atraer el voto- que exhiben las agencias electorales para construir espectáculo y animar el circo durante las Campañas.

Odopitán – Quizá haya mucho de escenificación teatrera en lo sucedido, pero no deja de ser preocupante el tono agresivo de la candidata de Vox frente al candidato rival de Unidas-Podemos en un acto de confrontación electoral, organizado y moderado por una empresa radiofónica.

Antípodo – No estoy al corriente de lo sucedido, pues como sabes muy bien, mi interés por el hecho electoral es nulo.

Odopitán – Te informo. Tres altos personajes públicos -la directora de la Guardia Civil, el ministro del Interior y el presidente de Unidas-Podemos- recibieron por correo cartas amenazándolos de muerte, acompañando en el sobre unas balas.

Antípodo – ¿Cómo es posible? Si los sobres se enviaron a través del servicio postal, no debieran haberlos recibido de manos de un cartero, sin pasar antes por el escáner de Correos.

Odopitán – Seguramente fue así. En cualquier caso, fue la existencia real de esta amenaza lo que hicieron pública los interesados y la que utilizó Pablo Iglesias para reclamar a la candidata de Vox, al inicio de la sesión radiofónica, que condenase estos hechos y rectificase unas declaraciones previas a RNE en las que había puesto en duda la veracidad de las amenazas de muerte, sugiriendo la posibilidad de un montaje electoral.

Antípodo – A lo que ella, imagino, se negó.

Odopitán – Sí, se negó. Y fue en ese instante -aunque evidentemente ya lo tenía previsto con anterioridad, pues la exigencia se la formuló al inicio del debate- que Pablo Iglesias se levantó de la mesa en la Ser, a lo que Monasterio le espetó un despreciativo ‘lárguese … váyase’.

Antípodo -¿Qué argumentó Iglesias para justificar su decisión?

Odopitán – Ante la insistencia de la conductora del debate para que se quedase, respondió: “Permitir que siga en el debate es blanquear a la ultraderecha. Creo que estáis cometiendo un error blanqueando que esta gente pueda estar aquí defendiendo cosas que van contra la democracia …”. Pasado un tiempo, los candidatos del PSOE y Más Madrid decidieron abandonar también el debate.

Antípodo – No comprendo muy bien el argumento ¿Hemos de dar por hecho, que rebatir a la ultraderecha legalmente reconocida, como es el caso de VOX, procurando desmontar públicamente sus proclamas y consignas, desafiando con la palabra y la conducta propia su palabra falsa y conducta odiosa es, acaso, ‘blanquearla’?

Odopitán – Ya he dicho, que, a mi juicio, pueda haber mucho de cálculo electoral y poca sinceridad en este suceso y que, como tu apuntas, la respuesta adecuada y eficaz a la infamia de lo que Vox representa y difunde merezca una reflexión más profunda, que la que manifiestan estos gestos de sus adversarios políticos. Pero el caso es que está la comunidad de Madrid inmersa en un momento electoral y, por lo tanto, no hay más que unos pocos días para derrotar al fascismo de Vox con el arma del voto. Y este golpe de efecto puede resultar eficaz para agrupar el voto de ‘izquierdas’.

Antípodo – ¡Voto a Belcebú!, exclamó el pirata enfadado al ver huir el bajel imperial. Ya que, por mi parte, no tengo el más mínimo interés en el tinglado parlamentario y electoral y mucho menos en apropiarme del gobernalle de ningún barco imperial, ignoro hasta que punto estos ‘golpes de efecto’ y exhibiciones más o menos preparadas, podrán ser eficaces en términos de captación de votos para el triángulo Podemos-Más País-PSOE, restándolos a Vox.

Odopitán – En todo caso, no deja de ser preocupante que una fuerza política más o menos relevante en términos electorales y en el acceso al poder político, como es Vox, pueda estar “defendiendo cosas que van contra la democracia”, como argumentó Pablo Iglesias.

Antípodo – ¿No estarás hablando en serio?

Odopitán – ¿Por qué lo dudas? No se puede admitir que alguien mande impunemente a un ministro, a un alto cargo del estado o a un dirigente político, en realidad, a ninguna otra persona, un sobre amenazante de muerte. Ni tampoco se puede admitir que un grupo político, si quiere formar parte de la democracia, no reclame el pronto castigo de los culpables directos y de quienes les animan.

Antípodo – ¿De verdad estás hablando en serio? ¿Estás hablando de las leyes antiterroristas, que, en todo el mundo -también en España- y desde los tiempos del presidente de EE UU, Bush, hegemonizan en favor de los gobernantes la violencia ‘política’, segregándola de la violencia social e institucional que a menudo está detrás?

Odopitán – No estamos hablando de eso, ni tampoco del papel de la violencia insumisa -en el caso de los rebeldes- y la violencia represiva -en el caso de los gobernantes y los estados- asociadas a la conflictividad social.

Antípodo – ¿Acaso esta ‘democracia’ excluye de sus procedimientos usuales la violencia, la amenaza, las fuerzas armadas, las balas y bombas de verdad, las cárceles, las fronteras homicidas, la pobreza, el hambre, el expolio, los montajes policiales y criminalización de quienes se enfrentan a injusticias, etc?

Odopitán – Reitero, no estamos hablando de eso.

Antípodo – ¿Pues de qué hablamos, en realidad? Acaso, ¿no forman parte tales fenómenos de esa democracia en la que figuran y defienden todos los partidos políticos que sientan a sus figurantes en el parlamento y, si logran el número de votos suficiente, en el gobierno?

Odopitán – Se está haciendo demasiado tarde. Tenemos que dejarlo para la próxima semana.

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