VI Época - 40

CONTROVERSIAS ENTRE AMIGOS

Cuestiones de suma (o poca) importancia

Antípodo y Odopitán son dos amigos anarcosindicalistas y campaneros. Cada lunes los encontramos en el local del sindicato pontevedrés enzarzados en fraternales discusiones.

Odopitán – Hola, Antípodo. Ayer, en un local comercial abandonado, alguien había fijado un breve texto sobre el 1º de Mayo, que, encabezado por “Anarquía, SI” terminaba con las siguientes frases “… os sucesos dos seguintes días [en referencia al 1 de Mayo de 1886, en Chicago] custan a vida de muitas obreiras e sindicalistas. A mayoría eran estranxeiras.”

Antípodo – Dando por hecho que los autores del cartel conocen bien los trágicos hechos de aquellos días, no puedo dejar de constatar que “faltar conscientemente a la verdad es mentir” y que la mentira, aunque a veces pueda disculparse, nunca es loable y, aún menos, cuando se publicita ante un público que puede desconocer la realidad de los hechos a los que alude el publicista y, en consecuencia, confiar crédulamente en que las cosas sucedieron tal como se enuncia.

Odopitán – No creo que el propósito de los autores fuese el de faltar a la verdad, por más que la frase escrita no refleje cabalmente de lo ocurrido.

Antípodo – No quites gravedad al asunto. No estamos ante un mero error de estrategia comunicativa ni tampoco una acción irresponsable de propaganda engañosa.

Odopitán – No, claro que no. Lo cierto es que responde a un planteamiento ideológico y estratégico, cada vez más extendido en ámbitos del ‘feminismo’ y el ‘progresismo político’, pero que está siendo compartido -inexplicablemente, a mi juicio- por algunos colectivos o personas que se consideran a sí mismos como libertarios. Tal es el caso de los autores del cartel, según el lema que lo encabeza.

Antípodo – Todavía peor y, para nosotros, más triste si cabe. ¿Acaso no venimos defendiendo los anarquistas que “sólo el cuestionamiento de las verdades impuestas y hegemonizadas por el poder nos comprometerá con la libertad que anhelamos al desvelar la mentira que subyace siempre tras su realidad ominosa”? Entre tanto, los amigos del Estado y del poder -nuestros enemigos- justifican el uso de la mentira por ‘razones de estado’ y ‘conveniencia del poder establecido’ e, incluso, disponen para ello de unas Leyes y Oficinas de “Secretos de Estado”, “Fondos de reptiles”, etc, etc.

Odopitán – Insisto. No aprecio que la intención o el propósito de los autores fuese el de faltar a la verdad. Más bien, ¡eso me parece!, tratan de provocar que el espectador se pregunte sobre el uso del genérico plural masculino -obreros. sindicalistas, extranjeros- y la conveniencia de sustituirlo por el genérico gramatical femenino: obreras, extranjeras.

Antípodo – Eso no es más que una excusa superficial, que disimula lo que en verdad subyace a la decisión; arrebatar al común de las gentes el uso y la creación del lenguaje, imponiéndoles una neolengua útil a sus burdos intereses. No son ‘los hombres’ quienes oprimen ni oprimieron a las ‘mujeres’, sino el poder y la autoridad mismos (reservados siempre a unos pocos individuos) a través de sus estructuras originarias y funcionales, entre ellas, la propiedad privada, la jerarquía, la usurpación del esfuerzo colectivo, las fronteras y la fracturación social … En esa perversión, ambos sexos perdieron.

Odopitán – Comparto que hombres y mujeres fuimos y somos víctimas -nunca absolutas y con frecuencia insurgentes- de la mala organización social, política y económica, pero no es menos cierto, que el poder tiene un sesgo masculino, pues se otorga de modo principal a los varones y anecdóticamente a algunas mujeres, incluso a través del lenguaje, adjudicándoles aquellas ‘virtudes’ que hacen posible el poder: la fuerza, la violencia, la agresividad, belicosidad, etc.

Antípodo –¿Basta la intención, en principio loable, de provocar un debate social, para justificar el uso de la falsedad y el engaño como una herramienta útil?

Odopitán – Al menos en lo que respecta a ti y a mí, si que ha funcionado. En mí, porque me provocó, una reflexión sobre el uso del género gramatical, en referencia a colectivos humanos. En ti, porque provocó una reflexión sobre la inutilidad de la mentira como herramienta para la provocación social.

Antípodo – Cometes una doble equivocación. En primer lugar, la constatación de una falsedad consciente no me provocó una reflexión, sino un profundo malestar. En segundo lugar, porque considero que toda mentira es un acto moral y éticamente reprobable, que se agrava por el desprecio ostensible hacia las víctimas de la matanza.

Odopitán – No hay desprecio en señalar que eran mujeres …

Antípodo – Si lo hay en sexualizar a las víctimas, pues no fueron asesinadas por ser varones ni por ser mujeres, sino por su lucha consciente por enfrentarse a la explotación laboral que sufrían los trabajadores.

Odopitán – Los trabajadores y las trabajadoras …

Antípodo – Los trabajadores y las trabajadoras, en tanto que, unas y otros, son trabajadores unidos y definidos como tales por su condición de asalariados, por su situación en la organización económica, función en el sistema de producción y, sobre todo, por su voluntad de lucha colectiva contra una situación insufrible. Hubo en aquellos días muchas víctimas, pero no porque usemos un vocablo del género gramatical femenino –‘víctimas’- afirmamos o negamos u ocultamos el sexo de los fallecidos.

Odopitán – Ya se acerca el toque de queda, así que la próxima semana seguiremos en este y otros diálogos. Hasta pronto.

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