SIN JEFES, SIN JERARQUÍA
Que bochornoso resulta utilizar el dicho “Haz lo que digo, no lo que hago” para banalizar, e incluso justificar, la hipocresía, la doble personalidad, la doble moral. Un sindicato cuyo objetivo dice ser la defensa de los intereses de los trabajadores, que realiza expedientes de regulación de empleo entre sus propios empleados, manteniendo salarios más que notables en sus cúpulas resulta una acción de hipocresía, de doble moral, bochornosa y miserable.
A la vista de la realidad social de hoy, resulta difícil mantener coherencia en las diferentes acciones de la vida y, sin embargo, es el único camino para que nuestra lucha sea creíble y, así, poder convencer a la clase trabajadora de la necesidad (y posibilidad) de transformar la sociedad de cara a otra más justa, más solidaria y más libre
Durante más de 30 años, como examinador del carné de conducir, tuve que enfrentarme a la tiranía de la jerarquía en la DG de Tráfico y lo hice como mejor supe. Sin embargo, eso no bastaba ni se sostenía por sí solo.
No tenía doble vida, doble personalidad, en el trabajo. No podía enfrentarme a la jerarquía de “mis jefes” y, al tiempo, imponer jerarquización en mi tarea en el examen de conducir. Coherencia.
En el examen de conducir se daban, básicamente, dos aspectos: la dirección de la prueba y la calificación. La acción en ambas cuestiones podía realizarse imponiendo una manera jerarquizada en la actuación o no. Trasladar a tu tarea el tipo de relación que a ti te imponía el organismo o rebelarte contra esa concepción, de la misma manera que te enfrentabas a la jerarquía, vaciando de autoritarismo tu trabajo. No me resultó fácil, porque ello requiere una firme convicción antiautoritaria y aprender a hacerlo.
En cuanto a la dirección de la prueba, resumo una anécdota. En Coruña, al ir a examinar a una chica que había suspendido tres veces (la primera conmigo), le dice el profesor: “Hoxe aprobarás, non?”, y dirigiéndose a mi me lo explica: “È que dice que vostede manda moi ben”, a lo que le contesté: “Será que non mando”, y antes de que el profesor dijera nada, dijo la chica: “Sí, eso. Exactamente eso”. Se puede dirigir mandando, ordenando, o simplemente indicando.
En cuanto a la calificación, que parece objetivamente un acto de autoridad, de jerarquía, también se puede vaciar de contenido autoritario, fundamentándola con claridad y asumiendo la discusión (el debate) durante la explicación. En las decenas de miles de exámenes que realicé NINGUNA persona suspendida quedó sin la adecuada explicación por mi parte. Y claro que hubo discrepancias y rechazos, pero esos debates se dieron siempre en igualdad, con la sola y única diferencia del conocimiento, y siempre con otro profesional presente, el profesor.
…
En febrero de 2008, escribí en el Mallón (órgano del CC de Galicia) un artículo titulado “Participación entre seres iguales y libres” que, entre otra cosas, decía:
“… Sin embargo, aquí ya se quiebra esa dinámica de “participación en igualdad”. Ya hace muchos años que, en los Estatutos, nos colaron gato por liebre. En nombre de la “libre participación” colaron el “privilegio” de poder presentar ponencias un afiliado o un grupo de afiliados. ¿Por qué un afiliado puede “saltarse” a su sindicato? ¿Por qué un grupo -espontáneo u organizado- puede “saltarse” a sus respectivos sindicatos?
Este privilegio, sólo en apariencia individual, lo que viene a facilitar es la participación directa de “grupos de presión” en un Congreso o en una Conferencia, al margen del proceso de igualdad entre los sindicatos, los únicos que deberían tener presencia en esos comicios, puesto que son los únicos entes federados.
…
De mi infancia, … recuerdo algunos momentos de especial felicidad. Uno de ellos era cuando le llevaba el almuerzo a mi padre en el paso a nivel de Río Seco, en Monforte de Lemos. … Mi padre, castigado a hacer únicamente maniobras, detenía la máquina de carbón … y me subía … y a mí me colocaba junto a la cadena del silbato. Me sentía el rey del universo, pitando y pitando ante la mirada de niños y mayores que nos veían pasar. Siempre disfruté del tren, de las estaciones y del mundo del ferrocarril. Ahora, ya mayor, cuento entre mis buenos compañeros y entre mis buenos amigos a buen número de ferroviarios… ¡Por eso lo llevo tan mal! Porque me puede el corazón y me duele constatar que el sector ferroviario conforma un auténtico “grupo de presión” dentro de la CGT. Grupo, o equipo, que acuerda cambios en el SP del Confederal, que determina órdenes del día, que presenta ponencias para los puntos de ese orden del día, sin advertir, o sin preocuparle, que eso solo se consigue si los sindicatos renuncian a su autonomía y “se dejan hacer”.
…
Ese “se dejan hacer” y esa renuncia a la autonomía por parte de los sindicatos, es decir de su afiliación y militancia, que renuncian a ejercer y, con ello, se supeditan a las decisiones de los SP’s, resulta hoy en día apabullante, asfixiante, intolerable…
Es urgente reaccionar, empezando por lo más aparatoso: obligar al SP del Comité Confederal de la CGT a convocar la Plenaria Extraordinaria del Comité Confederal solicitada por más de un tercio del mismo Comité Confederal y a convocar las Plenarias Ordinarias que obligan los Estatutos de nuestra organización.
El artículo que cité antes terminaba así: “A la vista de la degradación que viene sufriendo la CGT, especialmente en el aspecto fundamental de la participación entre seres iguales y libres, el desánimo ahonda y surge la pregunta, ¿por qué no te apeas de este tren que ya no va por raíles adecuados?…
… ni puedo ni quiero “irme para casa” apeándome del tren. Pero es que, además, esta CGT aún sigue siendo “de los sindicatos”, al menos estatutariamente. Y quienes así pensamos, tenemos la necesidad y la obligación moral de impedir que nos puedan cambiar la CGT que entre todos construimos. Así que, no caben dudas ni desánimos, los sindicatos federados en la CGT tienen que hacer valer su autonomía, tienen que hacer funcionar el pacto federal sin interferencias y, para ello, la afiliación y la militancia tenemos que darle el necesario vigor a nuestros sindicatos.
¡Yo no me apeo!”
Si, como decía, la afiliación y la militancia se “dejan hacer”, no participa y un SP se considera capaz (o incluso busca serlo) para realizar la tarea sin la participación de la afiliación, inevitablemente se produce lo contrario de lo que reivindicamos: “si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti”. Porque si el “trabajo” lo hace el SP, también será el SP quien decida, suplantando al sindicato y si la CGT llega a convertirse en una organización de SP’s (como en ese listado de sp’s que circula apoyando al actual SP del Comité Confederal) será el mayor fraude estatutario de la historia del anarcosindicalismo.
Para terminar, una pequeña reflexión sobre el anarcosindicalismo. ¿Acaso no es un sindicalismo con fundamentos del pensamiento y filosofía anarquistas? Pues aquí va un texto de Ricardo Mella:
No se asocia el que no es libre; se somete. Todo pacto implica la libertad y la igualdad previa de las partes contratantes. El pacto entre seres iguales y libres resuelve la antinomia consagrando la independencia y realizando la solidaridad. Tal es el principio anarquista.
La CGT se sostiene, se fundamenta, en el pacto federal entre los sindicatos, que se realiza en los Congresos y Conferencias de la organización. Ese pacto, esa asociación, se tiene que dar entre seres iguales y libres, puesto que quien no es libre, se somete.