NI PERDEDORES NI GANADORES ¡¡CONTRA EL PODER!!
Contra el poder que siempre miente en nombre de la verdad
Contra el poder que nos convierte en extraños
Contra el poder
Que debilita y nada da que sólo quita
Y deshace lo que está
Contra el poder
Pedro Guerra
La situación que estamos viviendo en la CGT no solo me produce inquietud y rabia, también una enorme incertidumbre. ¿Cómo es posible que ante un conflicto tan grave apenas se escuchen voces de rebeldía?
Nos inundan con Comunicados, Circulares internas, Informes de SP’s, etc. etc. emitidos todos ellos en un contexto de confrontación entre los que “ganaron” el Congreso de Zaragoza de 2022 y quienes lo “perdieron”.
De una parte, la que utiliza continua y permanentemente esa dicotomía de “perdedores” frente a quienes salieron elegidos para puestos de gestión en dicho Congreso -léase los “ganadores”- pretende fundamentar todo el conflicto en que los “perdedores” no admiten su “derrota” y todo su empeño y dedicación tiene como único objetivo impedir que los “ganadores” puedan desempeñar adecuadamente su cometido. Para esos compañeros y compañeras, no existe ningún otro conflicto de importancia relevante.
Sin una identificación clara, aparece de hecho la otra parte, que no se expresan como si fuesen “perdedores”, pero que actúan también en grupo que no parece, precisamente, espontáneo, surgido ahora, sino que viene de tiempo atrás y de hechos y actuaciones anteriores. (¡Ojo que no estoy diciendo que todas y todos los que denuncian vulneraciones de Estatutos y normativa orgánica pertenezcan a un grupo organizado! … Pero son tan pocos)
Y… ¿no hay más?, en la Confederación General del Trabajo, en sus Sindicatos, ¿no hay otras manifestaciones, otros planteamientos?
Esta incertidumbre que me invade me lleva a recordar una pequeña, pero significativa historia. La del médico y pedagogo francés Jean Itard, que se encargó de educar al niño salvaje aparecido en los bosques de L’Aveyron, cerca de los Pirineos, Victor de L’Aveyron.
Itard consiguió progresos impresionantes en la evolución del niño, pero fue incapaz, por ejemplo, de que lograse hablar. De todos modos continuó con empeño su intento hasta que llegó un momento en el que Victor no progresaba más. Itard no descansó para encontrar un método, una prueba empírica, que pudiese determinar si Victor era un ser humano capaz de poder vivir en sociedad o, como afirmaba la “oficialidad” de sabios por boca de Philippe Pinel, director del Hospital Bicêtre, de que “el salvaje de Aveyron” no era más que un deficiente mental incurable. Y esa prueba fue comprobar si Victor se rebelaba o no contra una injusticia. Condición indispensable era que el propio Victor lo sintiese como tal injusticia.
Así dispuso una tarea sencilla, de las que Victor realizaba con toda facilidad desde ya hacía tiempo. Itard, en su método educativo, utilizaba el premio cuando lo hacía bien (que era un tazón de leche) y el castigo cuando lo hacía mal o se negaba a intentarlo (que era encerrarlo en un cuarto oscuro). Victo hizo la tarea bien y rápidamente, pero cuando esperaba el tazón de leche, Itard lo agarró fuerte e intentó meterlo en el cuarto oscuro. Victor mordió el brazo de Itard y el médico y educador sintió el dolor y una inmensa alegría.
¿Será que la afiliación de los Sindicatos de la CGT no siente como injusticia que le hurten su capacidad de decisión?, ¿que unos sp’s decidan por sus asambleas?, ¿que los acuerdos vengan de arriba abajo?
¡Me niego a aceptarlo!