VI Época - 9

Editorial

INCENDIOS EN LOS ASENTAMIENTOS DE INMIGRANTES

La casualidad que no existe, pero sirve de excusa para ignorar el crimen y la ignominia de su impunidad. Todo sucede en nuestro país, ante nuestra cara y en nuestra casa.

Tres incendios en apenas una semana, entre el 12 y el 17 de julio, han arrasado otros tantos asentamientos chabolistas, ocupados mayoritariamente por inmigrantes temporeros en los campos de Huelva. El primero tuvo lugar en la localidad onubense de Lucena del Puerto. Apenas 24 horas después, un segundo incendio destruyó otro de los asentamientos inmigrantes de plástico, cartón y deshechos de construcción, en las afueras de Lepe. El tercer incendio, afectó a otro campamento chabolista, situado también en una zona de las afueras de Lepe, aledaña a la carretera. Cientos de personas permanecen abandonados a su suerte, a la intemperie ardiente del mes de julio onubense.

12 de julio – Dos personas atendidas por los servicios sanitarios, un hombre y una mujer de 28 años, y medio centenar de chabolas destruidas ha sido el balance del incendio que ha tenido lugar en la madrugada del 12 de julio, en un asentamiento de inmigrantes en la localidad de Lucena del Puerto. Los más de 40 habitantes de estas casetas ya insalubres están ahora sin un mínimo techo, a casi 40 grados centígrados en pleno mes de julio andaluz.

En Lucena, su alcalde, Manuel Mora, se ha referido a estos trabajadores temporeros como “avalancha”, que prefiere vivir en los inhumanos asentamientos “para no tener que pagar un alquiler”. Como una “avalancha” no es para este alcalde, un conjunto de personas, también considera y así lo ejecuta, que ninguno de ellos se merecen ningún servicio ni auxilio desde el Ayuntamiento porque “viven en un asentamiento ilegal en monte público”.

13 de julio – Segundo incendio en 24 horas en los asentamientos chabolistas de Huelva. De nuevo, dos heridos y cincuenta chabolas quemadas en un fuego declarado este día en el municipio de Lepe, en un asentamiento chabolista situado en la carretera N-431, conocido como el del Hotel Portugal. El fuego, de origen aún desconocido, se extendió entre las chabolas, si bien la actuación de los agentes de seguridad y forestales, permitió extinguirlo con cierta rapidez y evitar que se propagara a otras zonas cercanas. Los alrededor de 100 trabajadores temporeros que malvivían bajo esos techos de miseria y tercer mundo, quedan ahora a la intemperie, expuestos a las altas temperaturas veraniegas de la zona. En el incendio han perdido casi todas sus pertenencias, incluidos dinero, pasaportes y documentos muy necesarios para regularizar su situación en el país.

17 de julio – El último de los fuegos -de momento-, se produjo la pasada madrugada en un campamento de inmigrantes jornaleros de las afueras de Lepe (Huelva), en la zona conocida como el Camino de Santa Catalina. En este lugar, se repitió el drama de los sucesos del Hotel Portugal y Lucena del Puerto, con más de 70 chamizos calcinados y otras tantas decenas de inmigrantes habiendo perdido lo poco que tenían, incluidas las pobres pertenencias de abrigo.

¿Casualidad? ¿Origen desconocido? ¿Sorpresa? ¿Cadena fortuita de sucesos improbables? Nada de eso. Simplemente, crónica de un crimen anunciado, previsto y calculado.

Ya el relator de la ONU sobre pobreza extrema, Philip Alston, tras visitar España y culminar 12 días de investigación sobre el terreno en la zona en febrero de este año, durante su visita a uno de estos asentamientos de trabajadores inmigrantes en Lepe, había señalado: «Las autoridades españolas hacen la vista gorda con las condiciones de los jornaleros inmigrantes» que “rivalizan con las peores” que “he visto en otras partes del mundo”. «He visitado lugares que sospecho que muchos españoles no reconocerían como parte de su país. Barrios pobres con condiciones mucho peores que un campamento de refugiados». «Son chabolas, básicamente. Como un pequeño pueblo que crece con tiendas de campaña hechas del plástico que se usa para cubrir las fresas. Tenían dos o tres colchones para que la gente durmiera. No había electricidad, no había agua. Tenían que viajar kilómetros para conseguirla. Para los retretes tenían un solo lugar donde cuatro personas podían ponerse de cuclillas al mismo tiempo. Sin privacidad, por supuesto. Para ducharse, calentaban el agua en el fuego y luego se la echaban encima», recuerda. Explica que hay quien ha estado viviendo así durante cinco años. «Y ganan 30 euros al día», remata. «Cada vez que le preguntaba a alguien en el gobierno [sobre esta situación], siempre culpaban a otro. No era su responsabilidad. Así que, básicamente, todos hacen la vista gorda», subraya.

Ante la falta de reacción por parte del Gobierno municipal de Lepe, medio centenar de manifestantes, entre los que se encuentran afectados por los tres incendios, se han plantado el 17 de julio frente al consistorio y tienen la intención de pasar allí la noche hasta que alguien les reciba. La concentración, organizada por el colectivo Solución Asentamientos exige al consistorio soluciones para todos aquellos que han perdido sus chabolas, pues «seguimos igual, año tras año, incendio tras incendio, lamentando heridos y muertes de las personas que sacan el campo onubense adelante».

“Nos vamos a quedar aquí, ¿dónde va a dormir la gente que se ha quedado sin nada?”, dicen ellos. Y nosotros, los teóricos dueños del solar en esta tierra de nadie, consentimos el silencio y el desprecio que reciben por respuesta.

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