Federico Forcada López, maestro y pedagogo racionalista
Tres escuelas. La primera, dogmática, la segunda autoritaria, la tercera, libre.
Federico Forcada López fue un personaje que nos permite rememorar aquellas iniciativas de renovación social a través de la escuela que se desarrollaron en la península ibérica y algunos países de Latinoamérica en los primeros años del siglo XX. Muchas de esas iniciativas, como las llevadas a cabo por Forcada, surgieron al calor del impulso Ferrer y Guardia, inspiradas en su creación de la “Escuela Moderna” de Barcelona.
Habría nacido en Madrid en 1876, pero poco o casi nada se sabe de su ambiente familiar y las circunstancias de su niñez y adolescencia, hasta el día en que hubo de incorporarse al ejército que luchaba infructuosamente en Cuba contra los independentistas. Todo indica que lo que allí sufrió le horrorizó y le hizo tomar conciencia de que la sociedad tenía que cambiar y humanizarse. El caso es que el joven Forcada asistió en 1898 a la Independencia de Cuba, apareciendo poco después en Madrid al frente de una comisión de repatriados que trataba de negociar con el estado el auxilio a los soldados caídos en la miseria y, acto seguido, en Ávila, donde realiza tareas de propaganda republicana y anticlerical.
A partir de la primavera de 1907, aparece como profesor y propagandista laico en diferentes círculos republicanos de Valencia, afines a los planteamientos del famoso escritor y político Vicente Blasco Ibáñez. Sin embargo, tras esta primera etapa republicana, irá decantando progresivamente su pensamiento y actividad hacia el racionalismo pedagógico y la filosofía social propiamente anarquista, defendidos por Ferrer y Guardia. Destaca en ese periodo valenciano de evolución ideológica su presencia en la celebración del 1º de Mayo para abogar por “la educación revolucionaria del proletariado internacional” y pedir la libertad de Nakens y Ferrer Guardia,
Pese a que la Escuela Moderna de Barcelona, fundada por Ferrer y Guardia, había sido cerrada por las autoridades tras el atentado de Mateo Morral en Madrid en 1906 contra el cortejo nupcial del rey Alfonso XIII, y haberse desatado la persecución oficial a lo largo de todo España contra los maestros y animadores de las Escuelas racionalistas que se habían prodigado por todo el país, Federico Forcada decide pese a todo trasladarse en 1908 a Irún dispuesto a ejercer de maestro y director de una Escuela racionalista.
En Irún impulsa su actividad docente práctica creando la revista quincenal, “Enseñanza Moderna”, subtitulada “Eco de la Liga internacional para la educación de la infancia”, en la que defiende su filosofía pedagógica y propuesta de cambio revolucionario de la sociedad a través de la educación y la enseñanza. Colabora además como articulista en la revista “Humanidad Nueva” y en el semanario “Escuela Moderna” de Valencia.
La represión que siguió a los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona de 1909 y el fusilamiento de Ferrer Guardia, provocó la clausura de la Escuela Iruñesa y el encarcelamiento de su director. No obstante, nada más salir de prisión, Forcada intentó reabrir la escuela, pero las autoridades y poderes fácticos más reaccionaria de la villa se lo impidieron, forzando su traslado a Valladolid, donde retomó sus actividades pedagógicas, continuando su labor editorial y sindical, esta vez con el periódico “La Escuela Libre”, publicado como órgano del Ateneo Obrero Sindicalista, cuyo manifiesto decía“Somos racionalistas en materia pedagógica, y sindicalistas acérrimos en cuestiones obreras…”.
Tampoco en Valladolid permanecerá mucho tiempo, aunque será en esta ciudad que edite el opúsculo “Las Tres Escuelas”, en que contrapone las escuelas religiosa, laica y racionalista, defendiendo a esta última frente a las otras dos, que considera viciadas de dogmatismo supersticioso y autoritarismo político. En castigo por esta actitud, las autoridades le fuerzan a un nuevo traslado, ahora a Santander, donde pasó a dirigir la escuela laica que sostenía la Asociación de Instrucción Laica.
Quizá fue en la ciudad cántabra que su racionalismo pedagógico y firme defensa de los principios sociales asociados a la figura de Ferrer y Guardia, fue inclinándose hacia el reformismo republicano de su juventud y afiliación masónica. Atraído por la figura del pedagogo belga Víctor Devogel y su planteamiento de las escuelas comunales, se desplazaría a Bruselas a comienzos de 1914, siendo probable testigo de la destrucción de la estatua que en aquella ciudad se le había levantado a Ferrer Guardia.