EN MEMORIA DE GAETANO BRESCI
Magnicidio y sacrificio frente a la tiranía y su atrocidad / y 3
Evocábamos en las hojitas campaneras de las semanas anteriores, aquel día de julio de 1900 en el que el anarquista Gaetano Bresci ajusticiaba al odioso monarca italiano Humberto I, “acabando con su vida maldita, pero no así́, desgraciadamente, con su régimen”, que continuó asesinando y tratando con desprecio a quienes luchaban por el fin de la miseria y la explotación.
Decíamos que en 1898 las manifestaciones de protesta en Milán contra el Hambre fueron brutalmente reprimidas. El ejército, no dudó en emplear la artillería contra los manifestantes desarmados y disparar a sangre fría contra los obreros y sus familias, provocando una auténtica masacre con cientos de personas asesinadas o heridas.
Al conocer estos hechos Bresci quiso vengar a la clase obrera masacrada y matar a quien consideraba representante simbólico del odioso régimen, responsable de lo sucedido. Así fue como el 29 de julio de 1900, aprovechando un desfile en la villa de Monza, Bresci surgió de entre la multitud y disparó contra el Rey, matándolo.
Bresci fue detenido en el mismo lugar del atentado. Sin ofrecer resistencia y manteniendo un comportamiento firme y sereno, pese a los golpes e insultos, fue llevado a la cárcel próxima, donde será interrogado y torturado hasta el día mismo del juicio.
Ante la avalancha de condenas en la prensa de la burguesía monárquica, otros autores, como León Tolstoy o Emilio Zola reaccionaron señalando que cuando se comete un regicidio siempre podrá observarse al lado del muerto algunos figurines de uniforme con un sable al lado, ¡esos son los asesinos y no el prisionero de ojos encendidos en los que brilla el acto de justicia cometido! “Cuando un jefe de estado manda la muerte de veinte, cincuenta, cien hombres del pueblo, son los asesinados que son criminales. Cuando un hombre del pueblo se hace vengador de los asesinados, es él el abominable asesino”.
Durante los interrogatorios, los carabineros intentaron obligar a Bresci a confesar que tenía cómplices, lo que el anarquista nunca admitió. Pese a la multitud de obreros y anarquistas detenidos, muchos de ellos también torturados para que declarasen una ficticia colaboración con Bresci, la absoluta inconsistencia de las ‘pruebas’ recopiladas por la policía desanimó incluso a los corruptos jueces. El propio hermano de Gaetano, Lorenzo Bresci, zapatero, fue perseguido y encarcelado hasta que se quitó la vida tres años después. Su otro hermano, Angiolino, fue obligado a cambiar de apellido y a desaparecer de la región natal.
La instrucción del juicio duró apenas un mes y la vista duró solo un día. Francesco Saverio Merlino, conocido militante socialista revolucionario, fue nombrado abogado de Bresci el día anterior al juicio y solicitó en vano un aplazamiento para estudiar la enorme cantidad de documentos.
Tras la parodia judicial, Bresci fue condenado a cadena perpetua, decretándose su ingreso en la cárcel isleña de Santo Stefano. Bresci se negó a interponer apelación contra la sentencia ante ningún Tribunal.
En Santo Stefano lo ‘alojaron’ con los pies encadenados en una celda especial, vigilada continuamente por dos guardianes. Era la misma celda en que había sido sepultado en vida Pietro Acciarito, el autor del fracasado atentado de Humberto I en 1897, antes de ser llevado al manicomio, víctima de los malos tratos y el aislamiento torturante.
En esas condiciones, Gaetano Bresci, “apareció muerto” en su celda el 22 de mayo de 1901. Tenía 32 años. La prensa de la época habló de un supuesto suicidio, pero nadie dio el más mínimo crédito a esa versión oficial, encubridora del asesinato. El vigilante de turno alegó que se había ausentado unos minutos para hacer sus ‘necesidades’ lo que aprovecharía Bresci -¡que no podía saberlo!- para estrangularse con una toalla, que, por otro parte, no podría estar en la celda de ningún modo. Ningún prisionero podía tener pañuelos, toallas o cualquier otra pieza de tela adecuada para hacer una cuerda, además faltando un soporte al que pueda engancharse.
El ex presidente de la República Italiana Sandro Pertini, dirigiéndose a la Asamblea Constituyente de 1947 dijo: “ … hablo por experiencia personal (…). En la cárcel, honorable ministro, se hace esto: se pega un preso; por los palos el preso se muere, y entonces todos se preocupan, y no se preocupan sólo los carceleros que pegaron al preso, sino también el director, el médico, el capellán y todos los que forman parte del personal de la cárcel. Y entonces hacen esto: desnudan al preso, lo cuelgan a la reja y lo dejan descubrir así colgado. Entonces llega el doctor y hace el parte médico de muerte por suicidio. Esta fue la muerte de Bresci. Bresci fue golpeado a muerte, entonces colgaron su cadáver a la reja de su celda de Santo Stefano, donde yo me quedé un año y medio”.