ANTORCHA LIBERTARIA
Para cerrar el paso a líderes que pretenden adueñarse de las organizaciones obreras, encaramándose a sus cargos
En 1924 Colombia vivía, desde hacía dos años, bajo la dictadura presidencialista del conservador Pedro Nel Ospina, un poderoso empresario e industrial de Antioquia que además era dueño de algunas de las mayores y más modernas haciendas cafeteras y ganaderas del país. Ya lejos la pérdida y separación de Panamá́ de Colombia, ocurrida en 1903, la pujante burguesía colombiana se enriquecía a manos llenas al amparo de las grandes obras estatales de comunicación, de la explotación del petróleo, dado en concesión a compañías norteamericanas, y del alto precio que el café́ alcanzó en el mercado internacional. Pero en esta época de rapiña, bautizada por los escándalos financieros que un día y otro salpicaban el tinglado nacional como los Años de la Danza de los Millones, los trabajadores, campesinos e indígenas vivían en la más absoluta miseria. La naciente clase obrera tenía que soportar durísimas condiciones de trabajo, que apenas mejoraron tras las muy fuertes y violentas huelgas desatadas a partir de 1910.
Es en este contexto de corrupción política, espolio capitalista y resistencia obrera incipiente, que a finales de 1924 un núcleo de anarquistas colombianos funda en Bogotá́ el grupo sindicalista Antorcha Libertaria, en el que participarán conocidos líderes sindicales como Carlos F. León, director del periódico La Voz Popular y directivo del Sindicato de Tipógrafos, Luis A. Rozo, representante del Sindicato de Paños Colombia, Gerardo Gómez del Sindicato de Tipógrafos.
El nuevo grupo tras hacerse con una imprenta propia y un local situado en el centro de la capital colombiana -la Casa del Pueblo- decide reeditar el periódico La Voz Popular que había sido suspendido a principios de 1924. Desde el 9 de noviembre, el periódico se reconoce como órgano de expresión de Antorcha Libertaria, que sin concesiones a otras ideologías presentes en la lucha obrera colombiana de aquellos años (marxistas, populistas, liberales, mutualistas, etc)· apuesta decididamente por el anarquismo.
Aunque la acción directa sindical y la aplicación de modelos organizativos anarquistas ya eran bien conocidos y aplicados desde hacía años por los obreros colombianos, particularmente en las zonas portuarias, más en contacto con trabajadores inmigrantes de origen europeo y caribeño, es ahora que por primera vez se perfila una filosofía decididamente anarcosindicalista en Colombia. Desde La Voz Popular, el grupo Antorcha Libertaria difunde las tesis de que «los sindicatos son organismos específicos de clase» … «tienen la misión de capacitar a los obreros para las luchas contra el Capital, infundiéndole el espíritu de solidaridad, identificando sus intereses, estimulando su rebeldía» … «cerrar el paso a los lideres que quieren adueñarse de las organizaciones» … «Querernos que ninguno abdique su derecho de pensar y que todos contribuyan a marcar la orientación que conviene a la clase oprimida» …
La titulada Declaración de principios del Grupo Antorcha Libertaria resume con claridad la especificidad de su proyecto de «democracia social o anarquismo» y «constata que el proletariado tiene la misión histórica de redimirse a si mismo» rechazando tanto el vanguardismo político llamado revolucionario como cualquier otra forma de jefatura o dirigentismo, como la participación en la democracia parlamentaria, ya que en ambos el «pueblo obrero es escalera para que otros suban».
Al poco de su nacimiento, Antorcha Libertaria asumirá́ un papel decisivo en la huelga de los trabajadores de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá́, transformada al poco tiempo en huelga general por solidaridad, que, aunque fracasa en sus reivindicaciones generales, representó un avance significativo del movimiento obrero colombiano en los años siguientes.