VII Época - 11

“NO ES PROPIEDAD DEL ESTADO”

La escuela de San Martiño de Lanzós, en Lugo

Hubo una escuela en Lanzós, aldea del municipio de Villalba, en tierras galaicas de la provincia de Lugo, cuyos fundadores quisieron grabar en el pórtico la leyenda “No es propiedad del Estado”, no siendo tampoco propiedad de nadie privadamente, sino de todos, pública y colectiva, de los “hijos de Lanzós”.

Era hacia 1915. Lanzós no pasaba de ser una aldea de apenas doscientas casas, de campesinos en su mayoría pobres. En aquél tiempo, la única oportunidad para salir de la miseria y el asfixiante ambiente caciquil la ofrecía la emigración hacia América. De ese modo, decenas de jóvenes de Lanzós embarcaron por esos años rumbo a Cuba. Apenas llegaron a La Habana, fundaron “El Progreso de Lanzós”, una modesta Sociedad que ni siquiera disponía de estatutos, sello, local o junta administrativa, pero si que tenía la virtud de mantener unidos a los hijos de una tierra,
madre y madrastra al tiempo.

En cierta ocasión que estaban reunidos varios de aquellos emigrantes, uno de ellos argumentó que nunca llegaría el progreso a “Lanzós” mientras sus hijos no pudiesen ir a la escuela, sufriendo la misma ignorancia que ellos habían padecido. Uno de los contertulios no pudo menos que sonreírse al rememorar la “escuela” que efectivamente había en la aldea. Se trataba de un establo del que cada mañana el propietario sacaba los carneros y ovejas a pastar y así pudiesen entrar los niños, cada uno con su banqueta y bloque de pizarra bajo el brazo.

Sin saberse muy bien como, al final de la reunión, la “Sociedad El Progreso de Lanzós” en Cuba había decidido construir en la lejana tierra natal una Escuela, que debería ser edificada en buena piedra y según las normas de higiene y pedagógicas más avanzadas. Cada socio con posibles pondría inicialmente medio dólar al mes y más adelante un dólar, además de prestar su tiempo para la organización de festivales, tómbolas y romerías que permitiesen recaudar el dinero necesario para los materiales. Además, escribieron a sus familiares en Galicia, comprometiéndolos a trabajar gratuitamente en la construcción del edificio.

Cuando llegó a Lanzós el dinero de los “indianos” los paisanos se pusieron enseguida manos a la obra. Compraron el solar, lo allanaron y se dispusieron a levantar los cimientos.

Pero Lanzós no era una aldea diferente a cualquier otra de la región. También aquí había caciques y “fuerzas vivas” a las que nada interesaba que el pueblo saliese de la ignorancia, por lo que hicieron llegar a la Guardia civil hasta la obra. Este fue el diálogo que se estableció entre los paisanos y los agentes, según lo recoge el escritor anarquista Felipe Alaiz.

“¿Qué hacen aquí? – Una casa

-¿Para quién? – Para todos

– ¿De quién es la casa? – De todos

– ¿Quien dirige la obra? – Todos

– ¿Quien paga los jornales? – Nadie

– ¿Quien los cobra? – Nadie

– ¿No hay un responsable? – Todos somos responsables.

– Pero, ¿trabajan sin cobrar? – Sin cobrar

– ¿Se burla usted de nosotros? – Digo lo que es. Si dijéramos una mentira nos burlaríamos de nosotros mismos, porque nada rebaja tanto como la mentira.

– En mi vida he visto que se trabaje sin cobrar

– También en las aldeas se ven cosas nuevas y se aprende …

– ¿Qué va a ser la casa? -Una escuela

– Ya hay escuela en Lanzós – Para los carneros, no para los rapaces. A un carnero le basta un establo; a un rapaz, no.

– ¿Por qué no piden una escuela al Estado? – Porque el Estado nos da ya demasiadas cosas y no queremos que se moleste más. Nos da fuerza pública, que no necesitamos. Nos viste gratis de colorines en el cuartel y nos mantiene allí. ¿Cómo pedir más?”

Al fin lograron los paisanos levantar su escuela. Para indicar que estaban a la altura de los tiempos, instalaron un reloj espléndido en lo más alto de la fachada, y en la parte más visible hicieron grabar: “No es propiedad del Estado”.

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