HA FALLECIDO STUART CHRISTIE

“Sin libertad no habrá igualdad y sin igualdad no habrá libertad

y sin lucha no habrá nunca ni la una ni la otra”

El pasado 16 de agosto, a la edad de 74 años, fallecía en su país natal, Escocia, el editor, lingüista y escritor libertario, Stuart Christie, quien en 1964 había participado en el último intento conocido de matar al dictador Francisco Franco.

Si bien este atentado frustrado se destaca como uno de los hechos más relevantes de su biografía militante, Stuart Christie significó mucho más que el joven idealista que había protagonizado el intento de librar al mundo de una de sus tiranías más cruentas. Entre otras muchas acciones, Christie fue cofundador con Albert Meitzer de la organización internacional en favor de los presos “Cruz Negra Anarquista”, editor y redactor de las más prestigiosas revistas y periódicos anárquicos británicos, fundador de las casas editoriales libertarias “Cienfuegos Press” y “ChristieBooks”, activista infatigable contra el comercio armamentístico y la industria nuclear, siempre en favor de la libertad y la solidaridad internacionales.

Christie había nacido en 1946 en una localidad cercana a Glasgow, en el seno de una familia obrera. Su abuela, militante anarquista, acunó la infancia de su nieto con palabras hermosas, entre historias de libertad, socialismo y lucha por la emancipación obrera.

En 1962, cuando Christie era ya un joven trabajador decidió afiliarse a la Federación Anarquista de Glasgow, integrada en la Internacional de Federaciones Anarquistas. En ese ambiente, conoció a algunos anarquistas españoles exiliados. Al escuchar el testimonio de las torturas, persecución y cárcel que todavía sufrían los resistentes antifranquistas en la España del momento y vivamente impresionado por la ejecución de los jóvenes anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado, asesinados a garrote vil en agosto de 1963 en una cárcel de Madrid, decidió trasladarse a París.

Una vez en la capital francesa entró en contacto con los grupos del exilio español que pugnaban por apoyar y reorganizar la lucha libertaria y sindical en el interior de España. Uno de esos grupos era el conocido como Defensa Interior, un grupo de acción clandestino de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), entre cuyos objetivos estaba el de atentar contra Franco.

Christie llegó a París en el momento justo, en 1964. Tenía 18 años y el grupo con el que contactó, Defensa Interior, tenía ya avanzado el plan de atentar contra el dictador. Christie, como británico con pasaporte en regla, entraría legalmente en España, pero cargado de explosivos bien disimulados bajo la vestimenta. La carga debería entregarla en Madrid a Fernando Carballo Blanco, quien finalmente dispondría la carga en la zona del parking del estadio reservado al coche oficial del dictador y la activaría en el momento que llegase Franco.

Sin embargo, la policía secreta, gracias a un agente que había infiltrado en el grupo anarquista, supo del proyecto, deteniendo al joven escocés y a su contacto. Trasladados al edificio de la Dirección General de Seguridad, los policías obligaron a Christie, entre golpes y humillaciones, a presenciar cómo los agentes torturaban brutalmente a su compañero español.

Juzgados ambos en Consejo de Guerra, por posesión de explosivos, en un principio la sentencia fue la pena de muerte a garrote vil, finalmente conmutada por veinte años de prisión para él y a treinta años para Fernando Carballo.

Tras permanecer encarcelado tres años, Christie fue liberado en 1967 tras una campaña internacional realizada con el apoyo y la ayuda de prestigiosas personalidades, como el filósofo y matemático Bertrand Russell o el filósofo y escritor Jean-Paul Sartre.

Tras abandonar la cárcel de Carabanchel, Christie volvió a Gran Bretaña, donde siguió vinculado a las organizaciones libertarias. Poco después de regresar a Londres, fue acusado falsamente, con pruebas amañadas por la propia policía, de pertenecer al grupo libertario Angry Brigade (Brigada de la Ira), y de preparar un atentado contra el Gobierno de Edward Heath. El complot policial no tuvo éxito, por lo que Christie fue absuelto de todos los cargos, aunque cuatro miembros del grupo si fueron condenados.

Al ser puesto en libertad, continuó su activismo en el movimiento anarquista y la lucha antimilitarista, por la libertad y la igualdad hasta el momento mismo de su muerte.

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