EMILE POUGET
La revolución social y el surgir del anarcosindicalismo / y 2
El dependiente Emile Pouget había sido condenado a ocho años de cárcel por participar en los Cortejos del Hambre (manifestaciones de obreros en la miseria que recorrían las calles de París durante los duros inviernos de 1882 y 1883) y tratar de impedir la detención de Louise Michel. El fiscal pudo conseguir tamaña condena acusando a Pouget de asalto a mano armada de una panadería, para lo cual no dudó en tergiversar los hechos, falsificar declaraciones y comprar testigos, en realidad confidentes de la policía según se supo más tarde.
Los hechos habían ocurrido del siguiente modo. El 9 de marzo de 1883, los ebanistas de París convocan un mitin al aire libre en la explanada de los Inválidos. Entre los oradores se encuentran Emile Pouget y Louise Michel, la famosa revolucionaria de La Comuna que había regresado a Francia tras nueve años de encarcelamiento y deportación. Desde la gran plaza salen los obreros en cortejo del hambre hacia el bulevar de Saint Germain. A la cabeza van Louise Michel con una bandera negra y Emile Pouget. Al pasar por delante de unas panaderías de la calle Sevres unos trabajadores del cortejo, hambrientos, entran en las tahonas y roban el pan, mientras la cabeza del cortejo continúa adelante y llega a la plaza Maubert. Allí les espera una compañía de gendarmes, que inmediatamente se precipitan para detener a Louise Michel. Emile sale en su defensa. Intenta liberarla. Forcejea con la gendarmería y es detenido junto con la mujer.
Pocos días después, el 21 de marzo, comienza la farsa del juicio y tanto Louise como Emile son acusados ante el Tribunal del Sena de robo y asalto a mano armada. Aún cuando todas las evidencias destacan su inocencia y nula participación en el asalto, ambos son condenados: Louise a doce años de cárcel y Pouget a ocho.
Emíle Pouget tenía 23 años cuando ingresa en la cárcel por primera vez. Allí pasará tres años como recluso en la penitenciaría de presos comunes de Melun. Tras este largo periodo de encarcelamiento pero antes de cumplir la totalidad de la pena, Emile es puesto en libertad en 1887 gracias a una amnistía general otorgada por el gobierno.
Dos años más tarde, en 1889, aparece el primer número de un nuevo periódico: el Pére Peinard, que inmediatamente conocerá un éxito singular entre la clase obrera de Francia. Se trata de una publicación, dirigida y redactada por Emile Pouget. En palabras del Secretario de la Federación de las Bolsas de Trabajo Paul Delasalle «(…) Los pequeños panfletos de Pouget tuvieron un éxito que hoy sería difícil comprender. Mientras duró el Pére Peinard -luego La Sociale- alentó en algunos centros obreros una real agitación proletaria, y podría citar diez, veinte localidades obreras, como Trélazé o Fourchambault, en que todo movimiento se esfumó tras la desaparición de sus panfletos».
Desde el primer número el Pére Peinard exalta los movimientos huelguísticos del momento y anima a los trabajadores para que desemboquen sus acciones parciales en la gran Huelga General revolucionaria, «que sería el principio del fin de todas las injusticias». Con un lenguaje que se acerca a la imprecación más llana y a la diatriba sin remilgos, los editoriales del Pére Peinard son fieles representantes de la literatura de panfleto y pasquín, destinada a la agitación inmediata y al llamamiento para la acción urgente.
Para Emile el debate filosófico sobre la naturaleza del estado y las instituciones del capital debe darse momentáneamente por cerrado ya que ha llegado el tiempo de su destrucción. El combate está ya en la calle. La naturaleza malvada del estado y el capital ha sido puesta de manifiesto y «los obreros son conscientes de hasta donde llegan sus tentáculos, que hay que cortar». Es el tiempo de «agruparse, formar sindicatos y tomar los talleres». Es la hora de acabar con las «jodiendas militares», con la «pocilga cuartelera» y con los «Palacios de Injusticia».
Pero el éxito del Pére Peinard lo paga Emile Pouget dando con sus huesos en la cárcel. Una y otra vez es enviado a la penitenciaría de Sainte-Pélagie, Pero ni siquiera los recios muros del establecimiento impedirán que dicte sus panfletos a los compañeros que le visitan. Estos se encargarán de imprimirlos y que el Pére Peinard llegue puntual a su cita con los trabajadores.